La reciente Indio Solari entrevista con Andy Kusnetzoff volvió a colocar al histórico líder de Patricio Rey en el centro de la escena pública. Desde su estudio particular, Luzbola, ubicado en Parque Leloir, el músico se mostró más vulnerable que nunca al repasar su vida artística, su enfermedad y los fantasmas que aún arrastra tras la separación de Los Redondos. Durante más de una hora, su voz dio forma a un testimonio cargado de sensibilidad, humor negro y una verdad sin adornos.
Una mañana difícil y la intimidad de su enfermedad
El diálogo se abrió con una confesión que marcó el pulso de toda la charla. “Esta no es una buena mañana, pero me estoy acostumbrando porque es una enfermedad que te obliga a aprender a vivir de nuevo. Cuando no tengo asistencia, tardo cuarenta minutos en ponerme un suéter”, reveló Solari al describir cómo el Parkinson alteró su vida cotidiana. No hubo dramatismo: hubo crudeza y aceptación. Y también ironía. “Me va bien, mejor que mi relación con Dios, porque me está cagando a patadas en el culo”, añadió, fiel a su estilo.
La entrevista —gestionada por la productora Sol Liggera— fue emitida exclusivamente en audio, mientras un ilustrador realizaba dibujos en vivo. El Indio prefirió preservar su figura física, ya transformada por el avance de la enfermedad, pero no su voz ni su pensamiento.
Crear para no detenerse
A pesar de las limitaciones físicas, Solari aseguró que continúa trabajando todos los días. En su estudio acumula “23 mil elementos en los discos rígidos”, un arsenal artístico que define como legado para futuras generaciones. “Tengo canciones para la cuarta generación de Solaris del futuro, porque amo lo que hago”, afirmó.
Su método creativo, discutido durante la charla, deja en claro que la experimentación sigue siendo un motor vital. “Lo último que hago son las letras, lo primero es la textura… Lo digital es cero uno, cero uno; tenés que encargarte vos de que sea lindo lo que hacés”, explicó. Y reconoció que las mejores canciones llegan rápido: “La mayoría de las canciones buenas salen inmediatamente”.
El Parkinson, sin embargo, le arrebató lo que más ama: el escenario. “Para mí el escenario es el lugar más cómodo que he tenido en mi vida”, dijo con nostalgia. Aun así, deslizó una alternativa para reencontrarse con su público: “Puede existir un streaming desde el estudio”.
Los Redondos, el mito y las heridas que no cierran
Uno de los momentos más duros y sinceros de la entrevista llegó cuando habló del final de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, un capítulo aún doloroso en su biografía. “Viví un duelo con el final de la banda porque era mi banda”, reconoció.
El Indio respondió, además, a declaraciones de Skay Beilinson, quien había sugerido que uno de los integrantes quiso quedarse con la gloria del grupo. “Semilla no fue, soy yo”, ironizó. Y agregó: “Hicimos cosas muy lindas, hicimos una mitología buena. Pero ahora me encontré con unos socios estupendos para hacer música”.
El músico dejó claro que no existe posibilidad de volver a tocar juntos. No por rencor, sino por coherencia: “Volver con Los Redondos sería una estafa, como pasa con esos grupos que se peleaban todo el tiempo”.
Sobre la devoción de la gente por la banda, dejó una frase contundente: “Redondo es el público, no los que estamos sobre el escenario”.
El vínculo con los fans y un enigma que no busca decodificarse
Para Solari, la relación con el público es tan potente como diversa. “No todos te quieren por lo mismo”, afirmó, resaltando que su figura no tiene una sola lectura posible. “Sigo diciendo que soy una especie de malentendido de la popularidad”.
Sus letras, consideradas crípticas por generaciones de oyentes, también ocupan un lugar central en su identidad artística. “Yo escribo para que imagines, no para contarte lo que pasó con la piba del Blockbuster”, sostuvo. Y añadió: “Genero un puzzle, un enigma que sea atractivo”.
Afectos, pérdidas y la crudeza de la memoria
En un tramo profundamente íntimo, el Indio habló de su infancia y de la distancia emocional con su padre. “Mi padre nunca me dio un abrazo, mi viejo era el hombre de piedra”, recordó. La mención lo llevó a revisar amistades, amores y pérdidas: “Mis mejores amigos están muertos, dos de cirrosis y uno de sida”.
Esas ausencias, dijo, son parte del camino que lo condujo hacia la música y la vida bohemia de los 60, 70 y 80. Sin embargo, no se lamenta. Solo recita.
La prensa, el miedo y la muerte
Fiel a su estilo, Solari también lanzó dardos hacia el periodismo: “Los periodistas quieren que confirmes lo que ellos dijeron de vos: que sos enigmático y misterioso”. Luego, reflexionó sobre la muerte sin temor: “No tengo miedo a la muerte… Solo la pienso en términos poéticos”.
Los Fundamentalistas y la renovación permanente
El músico fue enfático al describir su presente creativo con Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado. “La música que me interesa es la que hacen los Fundamentalistas”, aseguró.
Ante la consulta de Kusnetzoff sobre qué canción elegiría para alguien que nunca lo escuchó, fue claro: todo desde “Momo Sampler en adelante”. Aunque admitió cierta debilidad por un clásico ricotero: “Una de las que más me gusta es ‘Un ángel para tu soledad’”.
Y dejó otra frase lapidaria sobre su separación artística: “Cuando me separé de mi coequiper, he hecho la mejor música de siempre”.
La sombra de una película y el consejo final
Hacia el final, surgió la posibilidad de una película sobre su vida. Su biógrafo, Marcelo Figueras, ya le anticipó lo inevitable: “Cuando vos te mueras, van a hacer la película, ¿por qué no hacemos el libro primero?”.
Antes de cerrar, el Indio lanzó un consejo dirigido a su versión más joven, tan brutal como honesto: “Que no sea pelotudo, que no se crea que firmando con las corporaciones le va a hacer bien”.
Y sentenció con orgullo: “No me ha pasado algo más importante que ser el Indio Solari”. (Con información de Infobae-Urbana Play)