REDACCIÓN ELONCE
La industria de la cerveza artesanal en Argentina ha crecido de manera exponencial en los últimos años, y uno de los casos más destacados es el de Pablo Albornoz, un joven emprendedor de Paraná que logró poner en el mercado una de las marcas más interesantes del rubro: "Primos y no tanto".
Con su pasión por la fabricación de cervezas y un recorrido que abarca desde sus primeros experimentos caseros hasta la consolidación de su propia marca, Albornoz se ha convertido en un referente local de la cervecera artesanal.
La historia de "Primos y no tanto" comenzó en 2013, cuando Pablo decidió incursionar en el mundo de la cerveza artesanal a través de un curso breve en Córdoba. Lo que en un principio era solo una actividad hogareña para consumo personal, pronto se transformó en un proyecto serio de emprendimiento. Sin embargo, no fue un camino fácil. En el recorrido, Albornoz ha tenido que enfrentar diversas dificultades, desde los altibajos de la economía hasta los cambios en las tendencias de consumo, lo que lo llevó a replantear en más de una ocasión su estrategia de producción y comercialización.
El boom de la cerveza artesanal: la transición de hobby a emprendimiento
En 2017, el auge de la cerveza artesanal a nivel nacional abrió una ventana de oportunidad para Pablo y su marca. Con la creciente demanda de cervezas artesanales por parte de bares y consumidores, Albornoz decidió dar el salto y empezar a vender sus primeras botellas. “Comenzamos con una producción pequeña, en botellitas de 500 ml. Fue un proceso lento, pero gracias al boom de la cerveza artesanal, fuimos escalando”, comentó Pablo en una reciente entrevista.
A partir de ahí, el proyecto creció y en 2018 comenzaron a expandir su producción a barriles, lo que les permitió llegar a más bares y locales comerciales en la ciudad. Sin embargo, la llegada de la pandemia trajo consigo un golpe duro para el sector. Al igual que muchas otras cervecerías artesanales, "Primos y no tanto" se vio afectada por la caída de ventas y la dificultad para mantener la producción en medio de la incertidumbre económica. "Intentamos adaptarnos al cambio con la incorporación de latas, pero la gente aún era reacia al cambio. No fue fácil, pero lo logramos sobreponernos", relató Albornoz.
De la crisis a la innovación: lecciones de un viaje a Estados Unidos
Tras los duros meses de la pandemia, Pablo tomó una decisión que marcaría un antes y un después en su carrera. Decidió viajar a Estados Unidos para estudiar de cerca cómo se gestiona la producción y el consumo de cerveza artesanal en el país norteamericano. Este viaje fue fundamental para abrirle los ojos a nuevas posibilidades y formas de hacer las cosas.
“Las cervecerías allá tienen un piso de producción de 20.000 litros, y son consideradas pequeñas. En Argentina, una cervecera que produce más de 10.000 litros es una gloria”, explicó Albornoz. Este contraste en las escalas de producción le permitió ver cómo las cervecerías en Estados Unidos manejan costos y comercialización, lo que le sirvió para perfeccionar el proceso de producción y pensar en nuevas estrategias de venta y distribución.
Pablo también aprendió sobre la importancia de tener un brewpub, es decir, un bar dentro de la cervecera, lo que se convirtió en un proyecto a futuro. Además, el contacto con otros cerveceros lo inspiró a probar nuevos estilos y a mejorar la calidad de las cervezas.
El desafío de competir contra las grandes cerveceras industriales
Uno de los grandes desafíos para las cervecerías artesanales es competir contra los gigantes de la industria cervecera, que tienen mayores volúmenes de producción y una cadena de distribución mucho más amplia. "Nosotros manejamos una producción limitada, lo que nos obliga a ser creativos en la comercialización y a ofrecer un producto de alta calidad que justifique el precio", afirmó Pablo.
El precio sigue siendo uno de los mayores obstáculos para las cervecerías artesanales en Argentina. Las grandes marcas industriales pueden producir cerveza a un costo mucho más bajo debido a sus volúmenes, lo que les permite vender a precios muy competitivos. Por ejemplo, Pablo mencionó que, mientras que una lata de cerveza artesanal de 500 ml puede costar alrededor de 250 pesos, una cerveza industrial de la misma cantidad se vende a 1400 pesos por unidad en algunos kioscos.
Pese a las dificultades, la clave para competir contra las grandes marcas está en ofrecer algo diferente: calidad, exclusividad y sabor. "Al final del día, la cerveza artesanal es un producto para quienes buscan una experiencia distinta, una bebida con más cuerpo, más sabor. Y eso es lo que le gusta a la gente que busca algo más que una cerveza industrial", subrayó Albornoz.
El proceso de creación: de la receta casera a la producción en masa
El proceso de producción de "Primos y no tanto" fue una evolución constante. Pablo recuerda que su primera receta fue una pale ale que, aunque no fue muy bien recibida en sus primeros intentos, sirvió como base para mejorar el proceso de fabricación y entender mejor los gustos de los consumidores. “Al principio nos costaba mucho venderla. Nos dimos cuenta de que el nombre no atraía, la gente no lo asociaba con algo conocido. Entonces cambiamos a 'Golden', y ahí la cerveza empezó a volar”, explicó el cervecero.
El cambio de nombre fue una de las lecciones clave que aprendió en su recorrido, pues entendió que no solo el sabor importa, sino también la percepción de los consumidores. "Cuando hay tantas cervecerías, la gente va por lo conocido, por lo que ya ha probado. Por eso el nombre es tan importante", aseguró.
Además, Albornoz destacó la importancia de capacitar al consumidor sobre las características de una cerveza artesanal. "Muchos de los primeros consumidores de cerveza artesanal no sabían lo que estaban tomando, y pensaban que era solo un capricho. Nosotros tratamos de educar al mercado, explicando que una cerveza artesanal bien hecha tiene sabores únicos, más complejidad y más cuidado en su producción", comentó Pablo.
La importancia del packaging y el diseño: vender con los ojos
Uno de los elementos que ha diferenciado a "Primos y no tanto" de otras cervezas artesanales en el mercado es el diseño de sus latas. Albornoz explica que el packaging juega un papel fundamental en la venta de la cerveza, sobre todo en un mercado saturado de opciones. “Queríamos algo que fuera divertido y atractivo. Las etiquetas tienen escenas icónicas de series y películas como 'Star Wars', 'Breaking Bad' y 'Rick and Morty', que reflejan un poco de nuestra personalidad como marca”, explicó Pablo.
El diseño de las latas ha sido tan exitoso que ha generado un fenómeno inesperado: muchas personas coleccionan las latas, no solo por el contenido, sino también por las ilustraciones. “Tengo clientes que me escriben por Instagram para decirme que coleccionan nuestras latas, y eso es algo que no esperábamos, pero que nos llena de orgullo”, contó Albornoz.
El futuro de "Primos y no tanto" y el espíritu emprendedor
A corto plazo, Pablo tiene varios proyectos en mente para seguir expandiendo su marca. Una de las ideas más emocionantes es abrir un bar propio dentro de la fábrica, lo que permitirá a los consumidores disfrutar de la cerveza directamente de la fuente, en un ambiente cercano y relajado. "Queremos abrir un bar para amigos, un lugar tranquilo donde la gente pueda venir a disfrutar de una buena birra después del trabajo. Un espacio para compartir, disfrutar y seguir construyendo la comunidad cervecera", adelantó Pablo.
A largo plazo, el objetivo es continuar creciendo y mudarse a un local más grande que permita una mayor producción y distribución, con una cocina propia para ofrecer una experiencia más completa a los clientes.
El mensaje para los jóvenes emprendedores: No hay fecha límite para soñar
Pablo Albornoz no solo es un cervecero exitoso, sino también un gran ejemplo de perseverancia y resiliencia. A lo largo de su camino, ha enfrentado dificultades económicas, cambios de socios y la incertidumbre del mercado, pero nunca ha perdido la pasión por lo que hace. Para los jóvenes que están pensando en emprender, Albornoz deja un claro mensaje: "Que se animen. Si tienen una idea, que la pongan en práctica. Pero que se asesoren bien, investiguen, y sobre todo, que no tengan miedo de empezar en pequeño".