8 de Diciembre de 2012
Al idear el plan de fuga pensaron que no se les estaba escapando ningún detalle. No podía fallar, estaba todo planificado. Pero al agujero construido en la pared de la celda, de un penal de Brasil, tenía un problema: era muy chico. Al principio todo marchaba según lo estipulado. Así, un presidiario logró escapar, pero no corrió la misma suerte su compañero. A medio camino, se atoró.
Cuando el guardiacárcel pasó por la celda de los reclusos no podía creer la escena. Para sacar al hombre que se había quedado atrapado la policía tuvo que agrandar el agujero con una taladradora.
El otro preso logró huir, luego de saltar un muro de cinco metros de altura, y esquivar la alambrada y la cerca eléctrica.