El hombre, entre 70 y 80 años, ingresó al local con un discurso amable y segundos después amenazó a la empleada con un arma. Se llevó $200.000 y logró escapar.
"Necesito un préstamo", dijo un jubilado al ingresar a una dietética ubicada en el barrio Sargento Cabral, en la ciudad de Santa Fe, pero la situación dio un giro inesperado cuando, segundos después, el mismo hombre cambió el tono y lanzó: "Esto es un robo". La empleada, sorprendida, soltó una carcajada creyendo que se trataba de una broma. Sin embargo, la risa se desvaneció rápidamente cuando el supuesto cliente, de entre 70 y 80 años, sacó una pistola y comenzó a amenazarla.
"Dame la plata, la necesito", insistía el hombre, mientras aseguraba que se trataba de un asalto. Valentina, quien en ese momento estaba cerrando el local ubicado en la calle General Paz al 5000, intentaba mantener la calma frente a la sorpresiva situación. "Dámela porque no voy a responder de mí", continuó el ladrón. Aunque nunca llegó a apuntarle directamente con el arma, su actitud era intimidante.
"No tengo nada, señor", respondió Valentina mientras se dirigía a la caja registradora. El asaltante, con tono suplicante, retrucó: "¿Cómo no vas a tener? Dámela, por favor te lo pido". La joven le explicó que lo que tenía era el dinero destinado a los proveedores. “Es todo lo que tengo, es lo de los proveedores”, expresó mientras se dirigía a otro sector del local para entregarle el efectivo.#Ganster #SantaFe Un insólito episodio se vivió en una dietética del barrio Sargento Cabral, en General Paz al 5000, donde un hombre de entre 75 y 80 años decidió que era momento de reinventarse… como ladrón.
El abuelo ingresó al local con calma, bolsa en mano y modales… pic.twitter.com/5SZxxpo8TS
— Hechos y Derecho (@Hechosanderecho) April 11, 2025
El hombre seguía exigiendo más dinero, pero la joven, ya visiblemente alterada, comenzó a gritar: "¡No me amenaces, no tengo! Andá y mirá. No me hagas poner nerviosa". Mientras tanto, le señalaba dónde podía verificar lo que ella le estaba diciendo, mientras él dudaba sobre cómo proceder.
Aprovechando un momento de distracción, Valentina se alejó y corrió hacia la puerta para escapar del lugar y pedir ayuda. El asaltante, por su parte, salió apurado y logró huir con un botín de $200.000.
"Yo salí corriendo para la verdulería a pedir ayuda. Los chicos lo siguieron, pero (el delincuente) entró en un pasillo de la calle Lavalle y se escapó", relató la empleada al medio local Sol Play. Además, señaló que nunca había visto al ladrón y descartó que fuera un vecino de la zona.