Apenas se empezaron a difundir los problemas del agua en la cuenca del Río Santa Lucía en Uruguay –que nutre al área metropolitana– las autoridades de gobierno las deslegitimaron. Desde que se detectó mal sabor y mal olor en el agua potable algunos dijeron que eran “cañitas voladoras”, otros que detrás había “intereses comerciales de las embotelladoras” y también hubo acusaciones de “alarmistas” a los técnicos y a la prensa.
Dos meses después del episodio, el gobierno difundió un plan de acción para detener el proceso de deterioro de la cuenca del río Santa Lucía, alegando que, si no se revierte la situación, corre riesgo la fuente de agua potable para 1,6 millones de uruguayos.
El decano de Agronomía, Fernando García Préchac fue categórico: “Nadie se va a morir por tomar agua de OSE”, dijo a <b>Observador</b>. Él mismo toma un litro diario con el mate. Pero reconoce que es momento para actuar para garantizar la potabilidad en las próximas décadas.
La propia OSE, que había descalificado la advertencia del ministro de Defensa de tener un plan B, está analizando la factibilidad de la construcción de nuevos embalses para abastecer al área metropolitana. Y aunque las autoridades han jurado que una cosa es el agua bruta –sin tratamiento y, por ende, la que presenta la mayor carga contaminante– y otra es el agua potable, los usuarios decidieron darle la espalda al agua de la canilla.
Cuestión de conciencia
“La gente tomó conciencia”, afirmó Marita Sierra, representante de DVIGI, una empresa argentina de purificadores de agua instalada en plaza. En los meses siguientes al episodio de mal olor y sabor del agua potable generada por una sustancia llamada geosmina liberada por algún tipo de alga microscópica, la empresa llegó a vender alrededor de 500 unidades, el doble de lo acostumbrado. Según Sierra, la tendencia se mantiene. El producto cuesta $ 6.200. Antes era más solicitado por familias del interior del país. El filtro de carbón activado con baño de plata debe reemplazarse cada 18 meses. Su precio es $ 1.500.
PSA, otra firma argentina, también ha incrementado las ventas de sus purificadores. No obstante, un distribuidor con el que se comunicó El Observador prefirió no dar cifras concretas, sino solo expresar que se está en pleno auge. “Lo peor es lo invisible. Los agrotóxicos no tienen gusto ni olor y están el agua”, apuntó. Los precios varían según la capacidad y velocidad de filtrado: de $ 4.800 a $ 11.000. El filtro de carbón activado debe cambiarse cada 4 meses.
En plaza se venden modelos con capacidad para retener más de 6.000 sustancias, entre ellas, cloro, sulfato de aluminio (usado por OSE en el proceso de potabilización), metales pesados y fertilizantes. También detienen arenisca y otros elementos sólidos como sarro y óxido de las cañerías.
La demanda de agua embotella también se reforzó en los supermercados. una fuente gerencial del Grupo Disco –Disco, Devoto y Géant– informó a El Observador que se registró “un importante crecimiento” de los niveles de venta del producto que “evidentemente” se relaciona con la desconfianza en el agua potable.
La venta de dispensadores con conexión directa a la red de OSE y con filtros de Agua Pura creció 25% en los últimos meses. Uno de sus directores, Francisco Méndez, dijo a El Observador que “se disparó” el interés de los consumidores por tener en sus domiciliarios un producto que era típicamente empresarial. “Estamos viendo la sustitución del agua de la canilla y de los bidones”, indicó. El aparato cuesta $ 275 por mes, el equivalente a seis bidones. En el período también aumentaron las ventas a oficinas.
El ingeniero agrónomo Daniel Panario, director del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Ciencias, había recomendado la instalación de filtros de carbón activado en los hogares para evitar el pasaje de sustancias contaminantes que, aunque pueden tener concentraciones mínimas, se acumulan en el organismo humano, elevando los riesgos de un cuadro hepático.
El presidente de OSE, Milton Machado, le había refutado que no eran necesarios los filtros, al igual que la planta de tratamiento para sus propios lodos contaminados que ahora está incluida en las 10 medidas del plan de acción y que requiere una inversión de US$ 50 millones.
Estado crítico
RÍO SANTA LUCÍA
Los indicadores más claros de afectación son los altos niveles de fósforo, nitrógeno, coliformes y erosión de los suelos. Los dos primeros son los principales nutrientes que contribuyen a la contaminación del agua por algas o cianobacterias, algunas con potencial tóxico. Unidos a otros factores, tales como la temperatura o la luz solar, generan floraciones de estos organismos en ríos y arroyos.
ARROYO CANELÓN CHICO
La calidad de agua de este arroyo, afluente del río Santa Lucía, es “muy mala”. El oxígeno disuelto presentó valores de hipoxia alrededor de la zona urbana que recibe los aportes del Frigorífico Canelones. El resultado más crítico es el del fósforo: el agua a la altura de la ciudad de Canelones presentó valores 50 veces superiores a la normativa. El amonio no se quedó atrás: se registró una concentración 35 veces por encima a los valores recomendados para agua para potabilización.
LAGUNA DEL SAUCE
La segunda fuente de agua potable del país presenta un grado de eutrofización “elevado y acelerado”. La historia no es diferente a la del río Santa Lucía: el progresivo deterioro se debe a los aportes de nitrógeno y fósforo provenientes de los vertidos residuales domiciliarios y de la fertilización de campos y jardines y por las excretas del ganado. La presa construida en la década de 1940 intensificó el fenómeno aumentando el tiempo de retención de los nutrientes.
AGUA SUBTERRÁNEA
Las aguas subterráneas adolecen ante los mismos fenómenos que las aguas superficiales: altas cantidades de fósforo y nitrógeno aportadas por residuos industriales y domiciliarios sin tratamiento, uso de agroquímicos y la disolución de la bosta del ganado de tambos y feedlots. El 60% de los pozos de los tambos tiene problemas de nitrato. Los suelos y las rocas también traspasan partes de arsénico, flúor, hierro, manganeso y sulfatos que han concentrado durante millones de años.
AGUA POTABLE
El presidente de la Ursea dijo a El Observador que “cada tanto” aparece algún valor fuera de los límites, en especial, por la presencia de bacterias o coliformes fecales en el agua potable. No obstante, aclaró que, por ejemplo, la presencia de “una o dos partículas que generen colonias” no debe ser considerada como contaminación, sino que se trata de “un indicador de posible contaminación” y, por lo tanto, hay que tomar precauciones.