Este martes, 15 de julio se cumplen 15 años de la sanción de la Ley 26.618, que reconoció el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo en Argentina. Aprobada en 2010, la normativa convirtió al país en el primero de América Latina en legalizar el matrimonio igualitario, lo que representó un avance decisivo en la lucha por los derechos civiles de la comunidad LGBTQ+.
La norma equiparó los efectos y requisitos del matrimonio para todas las personas, independientemente de su orientación sexual, y habilitó también la adopción conjunta por parte de parejas del mismo sexo. Desde su implementación, más de 20.000 personas se casaron bajo esta legislación.
“Fue un hecho histórico que amplió derechos y abrió debates”
Gonzalo Molina, referente de la Subsecretaría de Género, Diversidad, Niñez y Adolescencia de la Municipalidad de Paraná, destacó la importancia de este aniversario no solo como un logro legal, sino también cultural. “Hacer un poco de memoria está bueno. Para quienes militamos esa ley y tantas otras, fue un hecho histórico”, afirmó a Elonce.
En su análisis, Molina remarcó que el proceso no fue fácil ni lineal: “El debate fue muy intenso. Se discutió si correspondía o no que las personas del mismo sexo pudieran casarse, se cuestionó la adopción, la idea de familia. Hoy es una realidad, pero en su momento fue muy reñido. Los votos estaban parejos y no se sabía qué iba a pasar hasta el último momento”.
“La igualdad siempre nos hace mejores como sociedad”
A quince años de aquel hito, Molina reflexionó sobre el impacto de la ley en la vida de miles de personas y familias: “Quedó demostrado que no era una ley en contra de nadie, ni de una religión ni de una forma de familia. Fue una ley en favor de que todas las personas tengamos los mismos derechos y las mismas posibilidades”.
Desde su perspectiva, la sanción del matrimonio igualitario es parte de un proceso más amplio de transformación. “Quienes trabajamos en estos temas creemos que la igualdad siempre nos hace mejores como personas, como sociedad”, sostuvo.
No obstante, advirtió que aún hay desafíos pendientes: “Las sociedades avanzan, pero también hay momentos donde parece que volvemos a debatir lo ya conquistado. Eso también es parte de la democracia: debatir, generar consensos y seguir defendiendo lo que ya logramos”.
“No hay libertad posible si no es en igualdad”
En un contexto global de creciente tensión en torno a los derechos conquistados, Molina llamó a no dar por sentadas estas leyes. “La ley de matrimonio igualitario respondió a una pregunta de fondo: ¿qué tipo de sociedad queremos ser?. Hoy seguimos haciéndonos esa pregunta en muchos otros temas vinculados a género, diversidad y derechos humanos”, planteó.
“No hay posibilidad de libertad si no es en igualdad”, sentenció, al destacar la necesidad de seguir impulsando políticas complementarias como la Ley Micaela, la ESI y los programas de acompañamiento a víctimas de discriminación y violencia.
“Muchas veces las definiciones políticas se toman por razones económicas, pero eso no refleja necesariamente lo que piensa toda la sociedad. Por eso el cambio cultural sigue siendo la batalla más importante y la más difícil”, afirmó.
Finalmente, remarcó que la defensa de estos derechos debe ser transversal: “Tiene que estar en las escuelas, en los clubes, en las familias, en el ámbito laboral. Sólo así podemos construir una sociedad más justa, libre de violencias y discriminación”.