La historia es tétrica. A medida que fue avanzando todo se complejizó. A Leandro Fornero lo asesinaron en Paraná, el domingo 24 de enero de 2010, a las 6 de la mañana en la esquina de De la Torre y Vera (continuación de San Juan). Tres jóvenes, que iban en un Peugeot 306, se enfrentaron con Fornero y su amigo Franco Arnedo, que se movilizaban en un Suzuki Fun. Los tres imputados tenían 19, 17 y 16 años.
Por el crimen, la Sala I de la Cámara del Crimen condenó a 10 años de prisión a Lisandro Fernández y consideró que los jóvenes Rubén Emanuel Gómez y Nicolás Daniel Lencina, son co-autores materiales y responsables de la muerte del joven, así como también de la tentativa de homicidio de Franco Arnero, amigo de la víctima. La defensa de Fernández presentó un recurso de casación, no obstante la Sala Penal del Superior Tribunal de Justicia confirmó la pena.
Pero la historia de dolor y pedido de justicia encabezada por padres destrozados por la pérdida de Leandro, tuvo otro golpe trágico el 30 de mayo de 2010, cuando personal de la Policía encontró sin vida a Marta Noacco y Héctor Fornero, los padres de Leandro.
El Cuerpo Médico Forense del Superior Tribunal de Justicia determinó que el padre murió por la ingesta de cianuro. El horror y el misterio habían alimentado por aquellos días la hipótesis de “pacto suicida”. El hombre, de 65 años, sufría brotes de depresión, que luego de la muerte de su hijo se profundizaron. Aparentemente, la muerte de la señora durante esa madrugada habría llevado a que su compañero tome la determinación de terminar con su vida. Todas conjeturas.
A medida que avanzaban las pesquisas, los Fornero empezaron a recibir amenazas que los llevaron a tomar la decisión de dejar el domicilio en calle Monteverde de la capital provincial. “Estamos amenazados de muerte, no solamente por gente que ha conseguido el número de teléfono de mi hijo, un número que no está en manos de todo el mundo, pero que casualmente en algún momento lo dejó en manos de funcionarios de Tribunales y de la Policía”, contó Marta, había contado la mamá de Leandro.
Había pasado menos de un año de la muerte de Leandro. La familia Fornero había sufrido tres pérdidas de seres queridos. Fallecidos los padres, los hermanos de Leandro llevaron adelante la querella.
La Asociación de Familiares de Víctimas de Delitos Aberrantes de Entre Ríos (Vidaer), acompañó a la familia Fornero durante todo el proceso, tal como lo hizo desde el inicio de las marchas en reclamo de justicia.
“Leandro podía ser el hijo de cualquiera de nosotros. Esto no era una situación que se venía dando, no era un ajuste de cuentas; eran chicos que habían salido del boliche, se encontraron en una discusión de tránsito y terminó de la peor manera”, graficaba Cusimano durante el desarrollo del juicio, con bronca y dolor.
“¿Cualquiera puede portar armas en Paraná y arruinar una familia?”, se preguntaba Cusimano. “Compartimos la lucha de la familia Fornero, destruida por el dolor y la muerte, sólo porque dos o tres salieron armados. Que la condena a los responsables sirva para graficar en la ciudad y en la provincia que esto no puede seguir sucediendo, y de ahí en más, todos los controles correspondientes, porque no puede ser que la gente salga armada a la calle”, enfatizó la representante de Vidaer.
Elonce.com.