<i>"Me está matando el tema: "Y si te gusta el reggaetón, Dale!""</i>, dice Fernanda desde Facebook. <i>"No puedo sacarme de la cabeza la canción de Arjona sobre la mujer cuarentona. ¡Necesito ayuda, por favor!"</i>, pide Andrea desde su cuenta de Twitter.
Se trata de típicos casos de lo que la ciencia llama <b>"síndrome de la canción pegada"</b> o de lo que en inglés se conoce popularmente como <b>"earworm", literalmente "gusano del oído"</b>, pero realmente una derivación de la palabra alemana <b>ohrwurm que significa "melodía pegadiza"</b>.
Los portugueses también tienen una expresión para este molesto fenómeno: <b>chiclete de ouvido, es decir, "chicle auditivo"</b>.
En castellano sencillamente decimos "se me pegó un tema", pero la imagen del gusano es bastante precisa: una cosita que repta en el cerebro y se queda ahí, cantando compulsivamente una melodía que preferiríamos olvidar.
Y preferiríamos olvidarla porque en general <b>se nos pegan canciones que no nos gustan, que no nos importan, o que oímos al pasar: un jingle, lo que sintonizaban en el supermercado, incluso la canción que otra persona estaba tarareando</b>. Ahora bien, es muy probable que esa persona tuviera ella misma una canción pegada, y aunque la ciencia sólo ha podido especular acerca del fenómeno, parece que cantar la melodía que no nos deja en paz ayuda a que se desprenda de nuestro cerebro. Y, como un virus, deja nuestro organismo para contagiar a otro.
<b>El síndrome de las canciones pegadizas</b>
A todos nos ha ocurrido en algún momento de nuestras vidas que, sin razón alguna, se nos ha quedado pegada una canción en la cabeza y es imposible sacarla de ahí. Este fenómeno un poco molesto tiene un nombre técnico llamado "gusanos auditivos", derivado del término inglés "earworms", más conocido popularmente como síndrome de las canciones pegadizas.
Uno de los pioneros en la investigación de estos "earworms" es el profesor James Kellaris de la Universidad de Cincinnati, quien realizó un estudio denominado Dissecting Earworms: Further Evidence on the Song-Stuck-in-Your-Head Phenomenon, en el cual probó que el fenómeno existía y que el 99% de la población lo ha sufrido alguna vez. Pocas son las razones científicas que se conocen hasta el momento del por qué de los "gusanos auditivos", lo único probado es que <b>cierto tipo de canciones se pegan en el córtex auditivo, la zona del cerebro que contiene la memoria sonora.
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<b>Idea de carácter "obsesivo"</b>
Alejandro Guillermo Andersson, del Instituto de Neurología de Buenos Aires (INBA), en diálogo con Perfil.com, compara el fenómeno con una idea de carácter "obsesivo". El experto neurólogo detalla que el síndrome de la canción pegadiza no tiene que ver con el oído sino con la corteza y los circuitos cerebrales. Y no solamente con los circuitos que regulan puramente la parte intelectual, sino la emocional, integrada en el sistema límbico, que gestiona las respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales y que controla las emociones.
Andersson, quien aclaró que muchas de las explicaciones actuales tienen "un poquito de verso", explicó que con los estudios llevados a cabo no se pudo determinar aún las causas del fenómeno pero sí algunas de sus características. "Han tratado de estudiar qué tipo de canciones, qué tipo de idioma y la verdad es que primero el lenguaje no importa, español, inglés, incluso coreano como el hit Oppa Gangnam Style? No importa que lo entiendas, por lo que <b>no tiene que ver con la letra sino con la música y el ritmo</b>", especificó el neruólogo.
<b>El momento emocional</b>
Por otro lado, parece importante que a uno le resulte agradable la canción y que esté bien predispuesto a escucharla. "El ritmo te estimula los <b>circuitos de recompensa que tenemos en el cerebro y eso depende de alguna característica de la canción</b>, del momento emocional que se escucha o el estado de ánimo", precisa Andersson.
Por ejemplo, se debe estar en un estado emocional positivo para que uno sea más propenso a que se le enganche una canción.
Asimismo, la actividad que se realiza en el momento que se oye la canción también es importante. Si se está llevando a cabo alguna tarea intelectual que requiere más concentración parece que es mucho más difícil que se te pegue una letra. Por el contrario, cuando se realizan labores que no te ocupan la mente, sobre todo una actividad repetitiva, se es más propenso.
Por último, se sabe que <b>el cerebro parece tener una tendencia a prestarle atención a la repetición</b> y, al mismo tiempo, tiene la necesidad de terminar lo que está incompleto, por lo que si se engancha una sola estrofa se tiene más tendencia a repetirla.
<b>La respuesta de la ciencia</b>
Proponen algunos trucos que sirven para quitarse ese "gusano auditivo", como tararear otra canción con un ritmo similar, realizar una actividad diferente, escuchar otros sonidos, todo para que el cerebro desvíe la atención hacia otra dirección. Otra forma es escuchar la canción de principio a fin para que el cerebro pueda llenar los vacíos que se crearon y librarse del fenómeno.
<h5>¿Qué hacer? </h5>
La revista <i>Conexión Brando</i>, enumeró una breve guía para librarte de las melodías que se te pegan.
Alejandro tiene su propia receta: "Estuve todo un fin de semana tarareando "Route 66", la versión de Pappo. Creo que se me pegó por la estructura: pocos tonos, repetitivos y la misma fórmula de estrofa-puente-estribillo. Para despegarla hay que conseguir una canción igualmente pegadiza, y si no se alejan por polaridad, se reemplazan una a la otra. En mi caso, "Funkytown" de Lipps Inc."
Para Cristian, hay "grados de pegajosidad". "El carnal de las estrellas" de Molotov se le despegó sola. En cambio una vez que escucha o simplemente recuerda "Macarena", no se le va más. "<b>Una buena forma de que se vayan es pensar en una canción más pegajosa</b>, pero eso genera el problema de un pegote ad-infinitum."
Según el portal de California Exploratorium hay que probar varias cosas: <b>escuchar la canción en cuestión completa y aprenderse la letra</b> (de esa manera el córtex no tendrá necesidad de completarla); intentar pegársela a otro silbándola o tarareándola, o ponerse a tocar (bien o mal) cualquier instrumento que uno tenga a mano.
El mundo 2.0 no se quedó atrás de la iniciativa de aliviar a los contagiados por este expansivo virus. El sitio EarWurm <b>te propone compartir y contagiar canciones</b>. Al entrar podrás escuchar el earworm del día y proponer el tuyo, sin necesidad de registrarte.
O podés hacer <b>el mayor exorcismo de todos: tu propia canción</b>.