REDACCIÓN ELONCE
El automovilismo se vive intensamente en la familia Werner, y esta vez, quedó reflejado en un festejo muy especial. Salvador Werner, hijo del reconocido piloto entrerriano Mariano Werner, celebró su cumpleaños con una temática dedicada a su ídolo del momento: Franco Colapinto.
El pequeño Salvador, que ya dio sus primeros pasos en el mundo del karting, eligió homenajear al joven piloto argentino que actualmente compite en la Fórmula 1. Con decoración alusiva, torta personalizada y detalles que imitaban los colores y el estilo del monoplaza de Colapinto, el festejo fue un reflejo de su admiración.
Las imágenes del evento se pudieron ver en las redes sociales, donde se observa al niño rodeado de su familia, amigos y elementos alusivos al automovilismo. Todo en un entorno cargado de emoción y sueños de velocidad.
El legado y la admiración
Salvador Werner comenzó recientemente su camino en el karting, acompañando desde las pistas a su padre Mariano, multicampeón del Turismo Carretera. En este contexto, la elección de una figura como Franco Colapinto como inspiración no sorprende: el joven bonaerense representa una nueva generación de talentos argentinos que pisan fuerte en el automovilismo internacional.
La figura de Colapinto trasciende lo deportivo, ya que se ha convertido en referente para muchos chicos que sueñan con las grandes categorías.
El gesto de elegir esta temática para su cumpleaños fue también una muestra de la influencia que Colapinto tiene sobre las nuevas generaciones, incluso, aquellos que apenas están dando sus primeros pasos.
Sueños que aceleran desde Paraná
El cumpleaños de Salvador no fue solo una celebración infantil, sino una señal de cómo se vive el automovilismo en las familias que lo sienten como parte de su identidad. La pasión por los motores, heredada y alimentada desde la cuna, sigue firme en el hogar de los Werner.
Salvador, con apenas unos años, ya comienza a imaginar su propio camino en las pistas, alentado por el ejemplo de su padre y la figura ascendente de Franco.
Así, el festejo se convirtió también en un pequeño homenaje al automovilismo argentino, donde las generaciones se cruzan y los sueños se encienden desde temprano.