La ciudad de Paraná registró una notable disminución en la cantidad de casos de dengue durante el último período estacional, gracias a una estrategia conjunta basada en ovitrampas y colaboración vecinal en la baja de casos de dengue, implementada por la Secretaría de Salud municipal. Según datos oficiales, los contagios pasaron de 4.000 a apenas 40 en un año.

“En general, en Argentina en este periodo hubo muchísimos menos casos. No llegó a ser un periodo inter epidémico. Siempre se mide de octubre a mayo porque el dengue es una enfermedad que cuando la temperatura está alta es cuando los mosquitos eclosionan”, explicó Claudia Enrique, secretaria de Salud de la Municipalidad de Paraná, en diálogo con Elonce.

La funcionaria recordó que el brote anterior fue especialmente grave: “Hubo un brote insólito en muchos lugares de la Argentina en general. Fue un dengue muy agresivo. Si bien no tiene alta mortalidad, hubo muchas muertes”.

Prevención temprana y organización barrial

Enrique destacó que hubo múltiples factores que contribuyeron a reducir la circulación del Aedes aegypti. “Hubo muchos factores que ayudaron para que este año hubiera muchísimos casos. Por ejemplo, que no llovió tanto. Fue un verano relativamente seco y que la gente se cuidó mucho más”, sostuvo.

Además, subrayó la importancia de comenzar la prevención con anticipación. “Nosotros desde la Municipalidad comenzamos a trabajar en junio, acompañando al camión de Salud Animal, a la Dirección de Salud Comunitaria, que traían la gente para castrar los animales y de paso hacían descacharrización. En octubre, se empezó a descacharrizar de forma sistemática, es decir, por barrios”.

“La gente respondió bien y se concientizó y, además, colaboraron muchas otras áreas de la Municipalidad”, agregó Enrique, poniendo en valor la articulación territorial.

La ovitrampa como herramienta clave

Una de las medidas más eficaces fue la implementación de ovitrampas. “Cuando vino diciembre, por asesoramiento de la provincia, de la Dirección de Epidemiología y del Conicet, pusimos la famosa ovitrampa. Es una trampa para huevos de Aedes aegypti. Es un frasco de mermelada que se pinta de negro y se pone un bajalengua con un clip. Se llena tres cuartos con agua y se pone en un lugar de la casa sin sombra”, detalló Enrique.

A partir de un mapa con 26 ubicaciones, las ovitrampas fueron instaladas en centros de salud, dependencias municipales y hogares particulares. “Se la mandamos a quien nos estaban asesorando, nos aceptaron el mapa y en base a ello repartimos 26. Los pusimos fundamentalmente en dependencias municipales, en los CIC, en la Feria de Salta y Nogoyá, en los centros de salud municipales, algunas dependencias de las provincias, algunos clubes y algunos vecinos que quisieron colaborar”.

Monitoreo constante y acción comunitaria

Para el seguimiento, se estableció un canal de comunicación directo con los vecinos. “Había un grupo en el que se avisaba que todos los jueves se cambiaba de lugar la ovitrampa. Tenía que cambiarla, tirar el agua porque sino uno termina teniendo un criadero de mosquito, y se mandaba una foto del bajalengua. Desde la Secretaría, se ampliaba la foto y contaba los huevos. Eso nos permitió detectar en qué lugares había muchos huevos”, precisó la funcionaria.

Gracias a esta información, se realizaron operativos de descacharrización focalizados. “Pudimos trabajar con muchas vecinales. Eso nos permitió tener un panorama y hacer una descacharrización preventiva”, concluyó Enrique.

La experiencia de ovitrampas y colaboración vecinal en la baja de casos de dengue se convirtió en una política modelo para la región, destacando el valor del trabajo colectivo y la vigilancia comunitaria en la prevención de enfermedades.