REDACCIÓN ELONCE
La situación de los arroyos de la provincia preocupa cada vez más. La contaminación por residuos domiciliarios, industriales, cloacales e incluso por agroquímicos como el glifosato afecta la flora, la fauna y la calidad de vida en la ciudad. En Paraná, en particular, los últimos meses se organizaron limpiezas junto con la Municipalidad y distintas organizaciones, pero ¿alcanza con estas acciones o hacen falta medidas más profundas?
Los especialistas advierten que la solución no depende sólo de obras o controles. También es clave la participación ciudadana. ¿Somos conscientes de cómo nuestras prácticas diarias impactan en los arroyos?
De cara al futuro, ¿qué proyectos permitirían recuperar su valor ambiental y social? La respuesta requiere responsabilidad individual y políticas públicas sostenidas.
El tema fue debatido en El Ventilador, de Elonce.
Alfredo Grimaux, biólogo y docente, dijo que “la contaminación de los arroyos es multicausal. Si no hacemos buenos diagnósticos es difícil que podamos encontrar soluciones o que encontremos soluciones definitivas. Las acciones sobre esos espacios particulares que constituyen los arroyos y sus cuencas tienen que ser permanentes, no pueden ser medidos en tiempos políticos o de acciones fuertes”.
Dijo que las cuencas de cualquier arroyo de Paraná “tienen entre 8 y 10 kilómetros de recorrido. Durante ese recorrido puede haber 50 microambientes que constituyen causales diferentes. No se puede hacer un diagnóstico único, sino por sectores o tramos. Las acciones deben ser ininterrumpidas”.
El gran problema, manifestó, “es la basura urbana. Al estar constituida por basura orgánica, tiene un trabajo de depuración del arroyo. Pero al ser el arroyo la cuenca pequeña, muchas veces no alcanza a depurar. Muchas veces en esas cuencas se depositan otros materiales sólidos mucho más importantes, que en realidad tampoco pueden ser removidos. La semana pasada se limpiaron 100 metros de la cuenca del arroyo La Santiagüeña, en una acción promovida por el municipio de Paraná. Es un recorrido corto, abajo del puente, se hizo con un grupo de voluntarios de la Policía, de las facultades, escuelas. Esos espacios deben aparecer, pero son actividades que tienen que estar en el calendario escolar una vez a la semana por lo menos. Debe ser un programa permanente”.
Dijo que nuestros arroyos, “prácticamente la mitad del año permanecen con un escurrimiento mínimo. Mientras tanto, lo que hemos arrojado sigue fermentando, sigue degradándose y se le siguen tirando cosas encima. Es problemático para el arroyo urbano que pueda autodepurarse”.
El arroyo Las Conchas presenta la concentración de glifosato en sedimentos más alta en toda Sudamérica. “El investigador Rafael Lajmanovich es especialista en sapos, que es un indicador muy especializado de si hay alguna perturbación en el agua disponible. Empezaron a medir la cantidad de renacuajos y muchos están deformes, malformados, incompletos y demás, lo cual es una alerta”, agregó.
Destacó que “es muy importante el trabajo de concientización que hay que hacer con los chicos. Mientras más chiquitos mejor. Hay que mostrarles la realidad, que participen de este tipo de actividades de sensibilización. Ese chico probablemente va a ser mejor ciudadano. Entra con la conciencia y a sus maestras les van a reclamar más información al respecto. Sería bueno hacer acuerdos con los Museos para que todas las muestras que sacamos de los arroyos estén expuestas, a la vista para que la gente se apropie de ese conocimiento”.
Dijo que “hay distintos tipos de plásticos y distintos procesos de degradación. Un especialista de la UNL, el Dr. Beltzer, trabaja con microplásticos en playas y ha encontrado en un muestreo pequeño de arena 30 mil partículas de microplásticos. Las absorbemos de forma natural, estando en la playa, tomando un mate, levantándose una lona que tengamos. Esto también nos va a afectar a nosotros, a mediano o largo plazo”.
“Lo primero que tengo que pensar en sanear o mejorar es la desembocadura de los arroyos urbanos, porque muchas veces hay tapones de salida que terminan provocando inundaciones y demás. En algunos casos hay árboles que nos hacen de tapones y son especies invasivas. Hay que mejorar el parquizado, las cuencas deben estar libres de circulación, no debe haber construcciones cerca. Uruguay tiene, desde el 2010, un programa de directrices para trabajar estas cuestiones. Pasaron varios signos políticos y no se cambia, hay que trabajar en eso”, manifestó.
Recomendó “cartelería explicativa que diga que en tal lugar se están haciendo tales cosas, con tal tiempo, con tal capacidad. La comunidad civil tiene muchos actores. Deben realizarse acciones sostenidas”.
Se mostró “en desacuerdo con los entubados de arroyos porque son una bomba de tiempo. Se puede hacer en un tramo corto, si es un lugar de paso. En algún momento va a explotar todo porque en realidad estuve escondiendo un problema, no creo que sea la solución como un proceso de entubar los arroyos durante un período largo. Puede ser algo puntual”.
Sobre las especies de árboles invasivas, dijo: “el libustro es muy tóxico. Nos desplaza cualquier otro tipo de flora. Descarga miles se semillas por año. Es un problema principal. La mora también, pero tiene un crecimiento mucho más lento y no es tóxica”.
Por otro lado, recomendó "no consumir las especies de peces que están en los arroyos urbanos". Elonce.com