El muelle flotante de Villa Hernandarias es testigo de la bajante extraordinaria del río Paraná. En esa localidad, el curso de agua mide 12 centímetros por encima del cero de escala, y bajó tres centímetros en relación a la última medición de ayer, según los registró a los que accedió Elonce TV.
Elonce TV visitó el comedor, que debió adaptarse a los aforos que impone la pandemia, desde donde su propietaria lamentó la situación que atraviesan los pescadores artesanales ante la falta del recurso ictícola.
“La bajante del río Paraná complica a los pescadores artesanales que no pueden ir a ganarse su sustento diario y es una pena que no tengamos el pescado que necesitamos tanto ellos como nosotros para poder ofrecerlo”, contó la responsable de El Flotante, Marcela Medrano.
“Nos adaptamos a la variedad de pescado; en este momento hay boga y dorado, porque surubí no se encuentra debido a la bajante. Así que ofrecemos filet de boga y dorado, y despinado”, indicó.
La mujer de 58 años, contó que llegó al muelle flotante rescatado y convertido en un restaurante cuando junto a su madre, cuando tenía 15 años. “De El Flotante solo hemos tenido que salir por crecientes, no por bajantes”, remarcó.
El aparato, de origen holandés, se llevó a Hernandarias en 1938. Se utilizó como embarcadero flotante cuando el río era el mayor nexo comercial. Allí paraban los barcos que iban desde Buenos Aires a Asunción. Y en las bodegas del embarcador se depositaba y almacenaba mercadería, mayormente cereales. Con la llegada del ferrocarril se dio prioridad al traslado por tierra de los productos y lentamente, como en el resto de los puertos, fue decayendo su actividad.
Desde 1971 el lugar comenzó a funcionar como comedor, e incluso algunos años como boliche bailable en la parte superior del flotante. Desde marzo de 2010 estaba inactivo, ya que durante los meses de invierno la actividad es poco rentable, hasta que finalmente, en diciembre de ese año, retomó la atención al público. Anteriormente, empleados municipales pintaron el casco del flotante y las aberturas y repusieron los techos de la galería, destruidos durante una tormenta.
Debido a la pandemia por coronavirus, El Flotante debió cerrar sus puertas y reabrió cuando se ampliaron las habilitaciones para el sector gastronómico. Ahora, sumado a los aforos que imponen las restricciones para evitar los contagios, debe sortear los obstáculos que acarrea la bajante extraordinaria del río Paraná.
“Trabajamos con dos despachos de pescado, los que en este momento no pueden salir y es un problema porque son pescadores artesanales que cruzan el río todos los días y se encuentran con que no hay agua, y en las canchas que aprovisionan para su pesca no pueden sacar”, explicó.
El muelle flotante es un pontón de madera y hormigón armado sobre el que se apoyan dos plataformas: una se utiliza como mirador y muelle de pesca, y la otra como restaurante, actualmente en desuso. Era mellizo de uno que estaba en Helvecia (Santa Fe) y que se hundió en 2004. Ambos funcionaban hace muchos años como aduanas del río, controlando el comercio y los barcos que pasaban por aguas del Paraná.
Las canoas, en tanto, permanecen amarradas a la espera de una cara más beneficiosa para la actividad pesquera.
(Elonce)