
Miles de fanáticos, quedaron en la puerta de Casa Rosada, sin poder decirle "Adiós" al Diez. Sin embargo, no quisieron dejar de rendirle un homenajear y algunos hinchas, con diferentes camisetas y colores, disputaron un "partidito" tras la partida del cortejo fúnebre.

Personas llorando, riendo y cantando "Diego no se fue", "Diego siempre presente", deambulaban por las calles que rodea a Plaza de Mayo en Buenos Aires. Algunos sin comprender, otros sin querer creer que el más grande del fútbol partió a "un lugar mejor" y no pudieron darle un último adiós.

"No pudimos entrar a despedirlo. Diego era del pueblo, un tipo humilde que se deprimió cuando perdió a su mamá y su papá", dijo.

"Diego fue un amigo, un familiar al que no conocí y siempre quise abrazarlo. Toda la vida le quise dar la `Gracias´ por lo que nos dio. Tengo un dolor en el alma por su muerte, con mi familia somos de Chacarita, pero el Diego no tiene otra bandera que no sea la de Argentina", dijo.
Y agregó "en el `86 me hizo feliz. Cuando agarraba la pelota era Dios. Afuera de la cancha, era un guerrero, siempre se enfrentó a los más poderosos".

