

“Nos juntamos el viernes y comemos una picada”. La frase se replica y solamente puede cambiar el día, pero es común escucharla entre amigos o familiares. La picada tiene ese sentir, de la famosa juntada para charlar de aspectos de la vida, recordar o contar circunstancias de la realidad. Infaltable entonces esa tabla, que puede oficiar de previa a un asado o directamente, en caso de ser abundante en el plato principal en un bar o restaurante. Aquellas viejos programas de TV de los domingos al mediodía por ejemplo Los Campanelli, Los Manfredi o Los Benvenutto recurrían en ocasiones a la mesa en familia dominguera donde la pasta era el plato principal pero muchas veces los sketchs daban cuenta de la previa, la picada. Historias así se viven en cada rincón del país. Y es allí donde surgen situaciones donde una picada, por ejemplo tiene el sabor del reencuentro. En Paraná es común hablar o decir vamos a tal lugar a comer una picada. Y así, por el boca en boca, varios comercios tuvieron un crecimiento que para sus propios dueños incluso fue “inesperado”. Aquí se cuentan algunas de esas historias. Buen provecho.
En calle Maipú y Perón el lugar se llena de voces, el rumor generalizado de animadas charlas. Un correlato de lo que fueron otros tiempos. Pasado y presente se unen en la tradicional esquina del Bar Maipú. El pasado homenajeado por la presencia a manera de decoración de viejas botellas de marcas de diferentes bebidas servidas a los parroquianos, trofeos de épocas donde el circo hípico era el tema de charla. Fotos de otros tiempos, el cartel de la primera etapa que ahora luce como pieza de museo y hasta una chaquetilla de un jinete de turf en un cuidadoso cuadro. A pocos metros, los tiempos modernos. Pantalla gigantes para seguir algún encuentro deportivo, camisetas de elencos como Echagüe, Sionista o Patronato, un ambiente moderno, con una construcción que se debió ampliar por la cantidad de clientes que se fueron sumando. Lo que no cambió el motivo. La esencia desde sus inicios fue pasar por el lugar, compartir un trago y una picada. Antes atendido por Miguel Hundt, ahora por su hijo Juan Carlos, quien relata: “El Bar Maipú tiene 56 años de historia, desde que vino mi viejo, que anteriormente trabajaba en otro bar, se independizó y empezó a trabajar por su cuenta acá. Era una connotación de bar de barrio, de parroquianos que tenían su cita acá. Venía gente del ferrocarril o del club o amistades que él tenía. Yo era chico pero me acuerdo que lo que más se servía era el vermouth con la tradicional picada de aceituna, salame y queso. Todo casero, de campo”.
Cerca de las 19 las persianas se levantan, los mozos comienzan a distribuir las mesas y la cocina empieza a despedir ese aroma que atrapa. Una hora y media después todo está preparado para esperar a los comensales. Los fines de semana incluso se debe sacar número y esperar turno. “Estoy al frente del negocio hace 11 años -explica Juan Carlos-, el bar antes era además casa de familia, parte de local antes eran habitaciones, un comedor y la cocina. Hablé con mi mamá si podíamos alquilar otro lugar para modificar un poco el local. No tuvo problemas. Pero siempre creyendo en trabajar con los parroquianos que tenía mi papá, no pensé en cómo iba a cambiar el tema, porque hoy vienen familias, chicos, jóvenes. No es que yo apunté hacia otro público, fue un boca en boca”.
La picada del club Talleres parece ya una cuestión tradicional en la ciudad, pero su historia es reciente. Así lo cuenta Patricia Pérez Bahler, una de las encargadas: “Nuestro emprendimiento se inició acá en el club, el 3 de setiembre de 2012, estamos sorprendidos por la explosión del lugar, se llenó de gente, venía todo el barrio. Al principio éramos cinco, pero al poco tiempo tuvimos que trabajar toda la familia y tomar más gente. Y nunca dejamos de trabajar, solamente cerramos el domingo al mediodía. Y ya no viene solamente el barrio sino toda la ciudad”. Su hijo Bruno Schmoll agrega: “Igual mantenemos el estilo bien de barrio, de club. Pero este último tiempo vinieron muchos turistas o delegaciones deportivas que antes al no estar nosotros en el centro o en la costanera no venían tanto por acá. Nosotros somos del club de toda la vida, hace 28 años que somos socios, crecimos acá y vivimos a media cuadra, entonces hay un vínculo de conocernos, pero se presentó un proyecto y hubo licitación que ganamos”. El campo es parte de la vida familiar y de allí el nombre del lugar: El Estribo. El lugar está prolijamente ambientado con herraduras, boleadoras y los pintorescos cuadros de Florencio Molina Campos. Entonces era lógico pensar en las picadas, por aquello relacionado a la familia, el campo y el barrio donde se hace culto a la amistad sea lo que ellos denominan “el plato fuerte”. “La picada El Estribo es lo que más se vende en verano, acá se hace todo, elaboramos el tradicional pan casero que acompaña a la picada por ejemplo”. El pan casero es elaborado por los hermanos Fabián y Facundo Ribero, 20 kilos por día es lo que se consume. “La picada es lo que une”, dice Patricia. “A nosotros los que nos caracteriza –suma Bruno- es lo abundante de la picada, tenemos para cuatro pero en realidad es para seis, pero aparte es el compartir, comer entre todos. La picada trae fiambres, quesos varios, formitas de pollo, milanesas, papas fritas, escabeches, lengua. El encargado de armarla es el cheff que tenemos que se llama Renzo”.
A 15 kilómetros de Paraná, por la Ruta Provincial 11, se llega a Aldea Brasilera. Allí, hace 45 años el matrimonio compuesto por Eduardo Heim e Irene Domé iniciaron en 1970 un emprendimiento que los distingue en la actualidad: el Bar Munich. El lugar, parte del recorrido turístico de las aldeas alemanas, se consolidó como un sitio de encuentros de amigos y la familia y donde las picadas son una de las referencias. Irene cuenta: “Nuestras picadas son prácticamente de elaboración propia, salvo los salames y quesos, pero ofrecemos tablas con gran variedad que incluye escabeches de lengua o conejo, también tenemos picadas típicas alemanas con pirok, empanadas alemanas, chucrut y salchichas”. Claro que hay dos hechos que los distingue. Uno es la elaboración de cerveza artesanal marca Heim, tarea de la que se encarga uno de sus hijos. El otro: las picadas vegetarianas. “Tenemos muchos clientes provenientes de Villa Libertador San Martín (donde funciona el Centro de Vida Sana) y son muy solicitadas, incluye vegetales, zapallitos, berenjena, porotitos a la provenzal, soja, lentejas, ravioles fritos”, explica Irene.
La clientela es variada: “Viene mucha gente de Paraná, familias o grupos de amigos y de ciudades vecinas pero también turistas, inclusive mucha gente del exterior”, reseña. El lugar trabaja todos los días (mediodía y cena) salvo los martes. Es atendida por Eduardo e Irene y sus hijos Exequiel y Jorge”. La fama del “boca en boca” llevó a que los fines de semana se trabaje con reservas. “Aquí han venido deportistas, políticos, artistas, pero no somos cholulos, además entendemos que si vienen a acá es para pasar un buen momento y descansar”, explica Irene quien orgullo cuenta que “cuando Roberto Ayala (paranaense que actuó en la Selección Argentina) jugó en Aldea Brasilera, yo le cocinaba”. El Munich está ambientado con un toque alemán. Fotos antiguas de los primeros alemanes que llegaron al lugar, por ejemplo. Toda una trayectoria, al servicio del buen comer y beber, sin dejar de lado las semblanzas que suelen originarse alrededor de sus mesas en las que la amistad y los valores de la familia van de la mano. A través de una picada.
A domicilio también vale
En la ciudad de Paraná surgen otras posibilidades para compartir una picada entre amigos. Son los denominados delivery de picadas. “Trabajamos con las redes sociales, somos nuevos y empezamos con mi hijo”, aclara la propietaria de Picadas Delivery. La imposibilidad de continuar en un trabajo estable donde hacía 23 años que permanecía la llevó a ingeniárselas para salir rápidamente del problema. “Recién empezamos, tenemos una picada económica de 50 pesos para dos personas y de 100 para cuatro, la encargan a través de la página de Facebook Picadas Delivery o por el celular 156215564, y se la enviamos a domicilio”. La picada consiste en fiambres y quesos y por ahora trabajan los fines de semana. “Esta es la etapa de instalar el producto en la gente pero queremos expandirnos”, explica.