REDACCIÓN ELONCE
“Ser panadero necesariamente te tiene que gustar”, afirmó Gabriel Armando Toso al dialogar con Elonce en el marco del Día del Panadero. Desde su local ubicado en calle Pellegrini, donde continúa con una tradición que ya lleva más de 50 años, habló sobre las exigencias del oficio, la historia familiar y el compromiso que implica sostener el pan caliente de cada jornada.
“No es un rubro fácil”, aseguró. “Primero por los horarios, es un trabajo pesado, las masas son pesadas para trabajar y tenés que tener muchas ganas”.
La panadería que conduce Gabriel es heredera directa de una familia tradicional del rubro. “La panadería original, donde hoy están mi madre y mis hermanos, tiene ya más de 50 años. Cuatro varones, cuatro panaderos”, relató.
Durante 36 años, funcionaron en la esquina de Perú e Italia, hasta que trasladaron la actividad a Pellegrini. La mudanza implicó también sortear desafíos: “Esos dos meses y medio que estuvo cortado el tránsito fueron complicados. Hoy, con el tránsito liberado, nos permite respirar y volver a trabajar”.
El panadero “no para nunca”
“El panadero no para nunca porque siempre está elaborando de un día para el otro. Vos pensás, mañana es feriado, bueno, tenés que venir a laburar mañana para el día siguiente”, explicó Toso. El ritmo no se detiene: “Durante el día estás vendiendo, seguís elaborando, y a la noche los hornos se encienden para tener lista la producción de la mañana”.
El equipo prepara una variedad amplia de productos: “Galletas, medialunas, pan, facturas, tortas negras, cremonas, saborizados”. Según detalló, los gustos del público también influyen en la oferta: “Vas incorporando cosas nuevas y dejas de hacer otras, porque la gente también se aburre de comer siempre lo mismo”.
Consultado sobre sus preferencias, Gabriel no dudó: “Salado, sin duda. Un pan caliente con un pedacito de salame y queso y un poquito de vino”.
A pesar de convivir diariamente con bandejas repletas de productos, aseguró que no le agobia: “A mí me pasa con lo salado que no me cansa. Lo dulce sí, pero lo salado no. Y un bizchochito siempre comés cuando sacas la bandeja, recién salido del horno”, confesó entre risas.
Un deseo en su día
En el Día del Panadero, Gabriel envió un mensaje a sus colegas: “Primero, saludar a todos los panaderos, reconocer su trabajo, que es muy duro, y pedir que la situación mejore un poco, que haya más dinero en la calle para que nos vaya mejor a todos”. Elonce.com