Los huracanes, o ciclones tropicales, se forman con agua a temperaturas superiores a los 27° centígrados, indica el meteorólogo Víctor Dal, del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología, en Venezuela.
La energía que toman estos sistemas proviene de la condensación de aire caliente y húmedo para subir a la superficie. En su ascenso hacia zonas más altas de la atmósfera, se genera un vacío o "zona de bajas presiones".
Sin embargo, el entrevistado recuerda un caso excepcional: el Huracán Catarina, en 2004, que llegó hasta el Atlántico Sur, específicamente hasta las cercanías de una costa con su mismo nombre, Santa Catarina, en el sur de Brasil.
De África a América
La trayectoria de las tormentas se inicia en las costas africanas, bordea todo el Atlántico y llega a la Costa Este de EE.UU., el Golfo de México y el mar Caribe, explica Dal.Así, estos sistemas de ondas tropicales, que viajan de este a oeste, llegan a la cuenca del océano Atlántico, "que es bastante amplia". Cada año, la temporada de huracanes comprende desde el 1 de junio hasta el 30 de noviembre en esta zona.
El desarrollo de los ciclones depende de condiciones como la temperatura de la superficie del océano, la humedad en la troposfera o perturbaciones atmosféricas como rotación de fluidos y vientos, entre otras. "La atmósfera es muy dinámica", recuerda el especialista.
¿Por qué ocurren?
Si un sistema de onda tropical pasa a una depresión (zona donde la presión atmosférica es más baja que la del aire que la rodea) y adquiere las condiciones relacionadas con temperatura, humedad y vientos, se convierte en una tormenta tropical o un huracán.Si estos fenómenos consiguen temperaturas mayores, con presión mínima disminuida y vientos acelerados, se fortalecen.
Una vez que los ciclones tropicales llegan a tierra comienzan a debilitarse, porque su fuente de alimentación es el vapor del agua, explica el meteorólogo.