Espectáculos

Catherine Fulop: “Yo decía que a los 60 me iba a dejar las canas ¡Ni loca!”

A un año de cumplir 60 pateó el tablero: se fue de la radio y trabaja sin horario fijo. Confiesa que ya no siente pasión por su profesión y que no quiere volver. Por qué siente que la vejez apesta. El ejercicio físico y su familia.
Un día Catherine se dio cuenta que ya no sentía la misma pasión por su profesión y empezó a hacerse preguntas incómodas ¿Por qué nunca paré de trabajar? ¿Por qué a esta edad seguir corriendo si la pasión no está? Cathy eligió despedirse de la obligación de cumplir horarios y trabajar menos. Hoy va y viene por el mundo disfrutando su tiempo libre. Llegó a Infobae con su energía arrolladora. Con su calidez, con su simpatía y con tequeños, esos riquísimos bocaditos venezolanos rellenos de queso. Cathy trajo alegría y cosas ricas para toda la redacción.

– Me acuerdo tanto de nuestras épocas mozas cuando me invitabas a tu programa y traías a mi mamá y a mis hermanas de sorpresa. Estaba todo un año trabajando sin haber podido ver a mi familia, ir como invitada y que me los trajeras. Y estoy hace como dos años así, desde que decidí que me iba a dar un tiempo. Oriana vive en Italia y su chico Paulo nos decía ‘quiero darle la sorpresa de cumpleaños, que vengan’. No pude ir nunca porque estaba trabajando. Entonces dije, ¿por qué? Por qué yo a esta edad tengo que seguir corriendo como loca y no puedo ir a visitar a mi hija a Italia? ¿Para cuando voy a dejar mi lista de boludeos?
– Nunca paraste de laburar
– Nunca paré de laburar y sigo sin parar porque sigo atendiendo mis redes, siempre tengo que hacer.

– Pero soltaste la radio que era diaria y otras obligaciones.
– Solté la radio, pero me pasa algo con este grupo de radio que no lo puedo terminar de soltar, lo estoy tratando con mi psicóloga, porque no he dejado el grupo. Cada integrante que se va del grupo dice “salgo del grupo”. Bueno, Cathy nunca salió del grupo y me tienen ahí. Ellos hablan de cosas de trabajo y yo estoy ahí.

– Hiciste una lista de boludeos ¿Es larga la lista?
– La lista es larga, me encanta pensar en esa lista de boludeo. Y ya lo empecé a hacer.

– Antes que nada visitar a Oriana varias veces donde esté, en cualquier parte del mundo. Segundo, visitar a tu familia en Miami.
– Eso, tomar café con mis amigas. Salir. Irnos a cenar. Tenía radio, a las 4 me levantaba y no salía de noche. Ya me estoy yendo de vuelta de viaje. Darle más bola a mi marido.

– Tener tiempo para disfrutar ¿Tenés momentos de sensación de vacío?
– Mirá, me agarran. Antes necesitaba de mi profesión para vivir. Ahora lo veo a la distancia y digo, ¿qué me pasa? Es como si sintiera que la pasión no está por eso que antes me apasionaba. Si yo no estaba en un evento, o no estaba en una tapa de revista o no iba a un festejo de fin de año, era como que no existía. ¿Por qué no estoy haciendo teatro o una novela y no me pasa nada? ¿Qué pasó?

– El miedo a dejar de existir.
– Sí, claro, ahora lo solté y no quiero volver, no lo extraño. Entonces estoy en la búsqueda, porque creo que uno a veces se tiene que quedar en calma y en silencio, no para para ver si escuchás exactamente qué es lo que te está pasando. En esta calma siempre busco ayuda, psicóloga, meditaciones, alimentación, un poco también del boludeo de los excesos, para ver si también en algún exceso puede que me vuelva la pasión por algo. ¿Qué es lo que quiero hacer ahora? A uno para 60. A los 40 años me decían ‘el nido vacío’, mis niñitas tenían 15 años. Ahora es el nido vacío. Ahora a veces con Ova lloramos de emoción. Yo sigo siendo parte de mi familia, pero yo formé mi familia y Ori tomó la decisión de formar una familia, de casarse, comprometerse. Aunque ella vive afuera desde hace casi seis años. Yo sé que no voy a dejar de ser su familia, pero ahora ella va a ser su familia principal y eso me da como una nostalgia, ese es el real nido vacío. Y uno tiene entonces que reforzar lo que ha sido, lo que construiste durante toda tu vida, sentirte segura. Yo lo estoy buscando. Mi psicóloga me dice ‘andá a la entrevista con María Laura, ¿qué haces que no te mueves?’

– ¿Ella quiere que te muevas?
– Porque me ve muy, muy quieta y muy para adentro. A veces me angustiaba pensar en que no tenía ganas de salir. Y ni siquiera sintiendo que sea como por depresión, sino porque estoy como comodota.

– ¿Es una búsqueda?
– Es una búsqueda. Y sigo buscando acá hablando contigo, escuchándome.

– 60 años dijiste. Uno para 60. ¿Te pasan cosas con ese número?
– A mí me pasan muchas cosas. En estos días decía que la vejez apesta. Pero no lo digo de manera mala. Esto es como un juego cruel que alguien se inventó. Que nacemos, crecemos, nos encariñamos con la gente y la gente envejece, muere. Perdón, ¿a quién se le ocurrió este juego macabro de matar a nuestra gente querida? De irnos despidiendo, de que nuestro cuerpo se deteriore, de que nos duela todo. Es muy linda la seguridad que te dan los años, pero también te dan incertidumbres, porque nosotras estamos en una edad en la que tenemos que empezar a despedir a nuestros padres. Empiezan cambios y tú dices, ¿por qué yo voy a seguir haciendo lo mismo? Por qué me tengo que levantar a las 4 todos los días para ir a la radio a las seis? Aunque me encanta me pierdo un montón de cosas porque no puedo salir a la noche, no puedo ver los programas de noche, no puedo tomarme un vino, hay un montón de cosas en que me limito por eso. ¿En qué rotonda me perdí? ¿Qué pasó?

– Estás viviendo una crisis existencial absoluta.
– Mal. Por eso a veces no sé si a veces digo las cosas crudas. Yo sé que voy a tener mucha sabiduría porque todo el tiempo estoy en la búsqueda y sé que los años te dan una calma que no tenía. ¿Volver a mi adolescencia? Ni loca. Tú me dices, ¿quieres volver a ser esa niña del colegio? ¡No! Me gustaría la calma de esta edad, pero también que no me pasaran las cosas que nos pasan cuando la naturaleza te abandona. La pérdida de todo.
– Se caen las partes.
– Uno entonces lo tapa y está bien. No reniego de eso. Reniego de la decrepitud, que tu cuerpo que te duela. Me caigo al piso y me levanto como puedo porque me duele la rodilla, porque tengo hernias en la lumbar, porque tengo una escoliosis. Antes peleaba con la celulitis y todavía sigo peleando con la celulitis.

– Es una pelea perdida.
– Claro, ya estamos hasta amigadas con ella. Sabemos que si queremos mejorarla, hay que hacer un tratamiento. Pero la vejez… Vamos en caída.

– El cuerpo va cambiando a pesar de que vos hacés un trabajo tremendo. La energía que seguís teniendo Catherine es gigante.
– La gente dice ‘es porque a ella le gusta’. Es como si tú me dijeras que te gusta quitarte el maquillaje cuando llegas a tu casa. Estás muerta y lo haces fascinada…¡no! Pero sabés que lo tienes que hacer porque sino, mañana la piel la vas a tener ajada.

– Seguís haciendo mucha actividad física.
– Me mentalizo, me levanto 6 y 30 y a las 7 y 30 yo estoy en el gimnasio, 8 y 30 salí de eso.

– ¿Por qué al alba? ¿Qué necesidad de ese horario?
– Porque después aprovecho la mañana. Así como me gusta la noche, me gusta la mañana también.

_ Si saliste a la noche, ¿también te despertás a las 6 y 30?
– Sí, disciplina. Pero también reconozco que me acomoda. Es como tender la cama a la mañana, me acomoda en mi desorden. Porque reconozco que soy viciosa. Me envicio. Cuando tomé el cigarrillo fumaba como la mejor. Tomo, siento que no soy alcohólica porque no necesito el alcohol para salir a la vida, ni mucho menos. Cuando termino mi trabajo me dan ganas de una copa, de abrirme una botellita. Pero puedo estar días sin tomar. Pero me puedo tomar la botella completa tranquila viendo una serie. Por eso tengo que tener cuidado con los excesos. Y hacer actividad física, me ordena. Actividad física, agua, juguito verde, desayuno saludable, proteínas.

– ¿Alguna de las dos chicas es como vos disciplinada y constante?
– Las dos son muy Sabatini, son muy tranquilas. No tienen mi personalidad como alborotada. A mí me dicen atropellada, que tengo una energía muy arriba y ellos están ‘cálmate, cálmate un poco mamá’, no les gusta mucho mi energía. Oriana, porque Titi es más Sarmiento.

– Desde chiquitas ellas eran tranquilas y vos estabas bien arriba (risas).
– Odiaban. ‘No hables fuerte mamá’, me decían en el cine. Titi me pide que baje el volumen con cara de ‘te voy a matar en cualquier momento, mamá’.

– Decís que sos viciosa, pero no es que te pasaste de vuelta de café o de mate para tener tanta energía, ¿no? Sos así.
– Soy así. Por eso te digo que descubrí que me hace bien la actividad física, me ordena.

– ¿Estoy haciendo mal los cálculos o este año cumplen 30 años desde que se conocieron con Ova?
– Cumplimos 30 años. De la primera vez que nos invitamos, más allá de que estuviéramos flojitos de papeles.

¿Habrá fiesta? Armemos algo. Pongamos en la lista del boludeo este aniversario. ¿Una salida especial para los dos?
– A mí me encanta salir con mi marido, es lo que siempre digo. Salir aunque sea a la esquina. ‘Vamos a tomarnos una cerveza’. Cuando uno forma una familia se vuelve asexuada, entonces uno tiene que salir de ese ámbito de la casa. Vamos a la esquina, no es que tienes que hacerme la gran fiesta, salgamos. ‘Espérate que me baño’. Que esté todo en orden, los olores, el cuerpo. Y te tomas una cervecita, un vinito con tu pareja y después Dios dirá si quieres prender esa lavadora para lavar el trapito, porque si no, pobrecito, se lo tiene que lavar a mano (risas).

– Formar una familia te hermana con tu marido y hay que salir de eso. La idea es salir, encontrarte afuera.
– Claro, como cuando eras novia de tu pareja. Tu pareja te tocaba el timbre, venía bañadito, divino. No es que estaba ‘dale gorda, prendé la lavadora’. No, mi amor, para prender esta lavadora quiero ver luces de colores.

_Teté Coustarot me contó que le han dicho en las redes que no estaba bien a su edad tener el pelo largo. ¿Te dijeron algo semejante?
– En algún momento me dijeron. A mí me gusta ponerme vestidos muy largos o vestidos cortos, porque tengo que disimular la cadera y la cola, uno se conoce el cuerpo. Me pongo una pollera y seguramente me va a hacer más aniñada. Yo no quiero verme más aniñada, pero me siento cómoda. Se suele decir mucho. En un momento Carolina Herrera dijo que las mujeres a cierta edad se tienen que cortar el cabello y yo no estoy para nada de acuerdo. Yo decía: a los 60 yo decía que me iba a dejar las canas. ¡No! ¡Ni loca! Es una tortura tener que pintarse el cabello. Son un fastidio las canas, pero lo voy a seguir haciendo hasta que me libere de la tintura y que no me importe verme grande. Pero ahora a los 59 no me quiero ver de 70.

– No cambies nunca, seguí vistiéndote como la caribeña potra que sos para que todas podamos hacerlo, como un ejemplo. ¿Vos sentís que hay una edad?
– No, yo creo que no hay una edad si cuidas tu cabello y lo puedes tener un poco más largo. Quizás voy a tener canas con el pelo largo y me voy a comprar mis cortinitas de canas. Cuando me dicen: ¿qué opinas de los años? Horrible envejecer mi amor, es más trabajo.

– Estos años te reencontraste con tu mamá y la llevaste de vacaciones a la playa. Fue muy emocionante verte.
– Qué fuerte, qué fuerte tener a tu viejita lejos. Yo quisiera cuidarla vista y compartir con ella un café. Porque por más que uno tenga Whatsapp y la puedo llamar, no es lo mismo. Ella de repente no está tan pilas o no oye bien y no es lo mismo el contacto, verte la cara. No es lo mismo si yo tuviera esta entrevista contigo desde un zoom a que estemos viéndonos a los ojos, ver el brillo. Yo tenía cinco años sin ver a mi mamá. Yo no voy a Venezuela porque no sé cómo está mi país. No sé en qué situación está y yo no voy a tumbar un gobierno. Te imaginarás que no siento que yo sea un enemigo del gobierno, ni mucho menos. En el momento en que los venezolanos vimos tanta injusticia y tanto autoritarismo alzamos nuestra voz. Quisimos ayudar a que hubiera un cambio, a que el mundo se enterara, para conservar nuestra democracia y creo que eso me perjudicó muchísimo al punto de no poder ver a mi mamá.

– ¿Si entraras a Venezuela podrían detenerte?
– Tengo una amiga cantante que me dijo que borró todo lo que subió a sus redes. Pero imagínate, yo borrar todo de Google, todas las notas donde estoy hablando del gobierno, programas de televisión, titulares de de diarios, ¿cómo hago para borrar todo eso? Me gustaría tener una reunión en mi consulado para sacar mi pasaporte y ver qué onda. Yo no soy una amenaza para ellos. Yo no voy a tumbar un gobierno. Imagínate, desde un lugar humilde soy una ciudadana que dio su opinión.

– ¿Probaste entrar a Venezuela?
– No, tengo muchos amigos que han ido y está todo bien y otros que han ido han pasado momentos desagradables. Y como yo veo que Venezuela aunque ha tenido ganas de cambiar… ¿Por qué los están metiendo presos? ¿Por qué no hay candidatos opositores? Oyes cosas que de repente se salen de la ley, eso hace que yo no pueda ir a mi país a ver a mi mamá. Y mi mamá cada vez está más grande y más frágil.

– ¿Cuántos años hace que no vas a Venezuela?
– La última vez creo que Oriana tenía 16 años.

– 11, 12 años, un buen rato. La ves mucho menos a tu mamá de lo que querrías.
– No la veo en realidad, porque ella ahora ya no quiere viajar más. La última vez que vino para acá no había comida en Venezuela. Me la traje varios meses y a mi mamá le dio una especie de depresión, porque nunca en Navidad había estado fuera de su casa. Mi casa siempre era el centro de reunión de la familia, los que estábamos afuera viajábamos.

– ¿Por qué ahora no quiere venir?
– Porque le cuesta todo, armar la valija, poner los suplementos que toma, todo eso para un mes la estresa. Ella tiene 87, está bien, pero también tiene muchos dolores en la espalda. Esta vez logré llevarla porque convencí a mi hermana mayor. Ahora si Dios quiere y todo sale bien, mi mamá viene para el casamiento de la Ori, eso va a ser una gran alegría porque es la única abuela. Yo le digo: mami, tienes que hacer el esfuerzo, eres la única abuela, no puedes no ver a tu nieta casándose. Me dijo, ¿para qué? No, yo estoy casada. Y después dijo ‘tengo en el placard una blusa de lentejuelas negras y una pollerita’. Y se entusiasmó. Va a venir y eso me tiene muy feliz.

– Hay seis políticos opositores ahora asilados en la embajada argentina en Venezuela.
– Sí. Yo trato de no meterme mucho porque cuando me metí de lleno no hubo manera de que no me doliera el corazón. Yo hablaba con enojo. El que se enoja pierde y yo perdí mucho, entonces no me puedo enojar y por eso trato de no informarme. El que no sabe es como el que no ve, entonces yo ahora estoy un poco ciega con Venezuela, pero sin perder la esperanza. No, ausente. Lo que no quiero es saber tanto. Yo conocí la Venezuela libre, bonita y democrática, sé que teníamos muchos defectos, como en todos nuestros países. Yo trataba de que la patria no muriera, me daba mucha bronca verla morir.

–¿Qué te pasa con la cantidad de venezolanos que hay en Argentina?
– Ay, los amo. La gente linda que vino para completar a la Argentina también, porque no vinieron los venezolanos a quitar nada a nadie, sino a completar, a ampliar la cultura. Ya los argentinos adoptaron las arepas, los tequeños. Me da mucho orgullo cuando los argentinos dicen ‘tengo tequeños congelados’.

– Estamos rodeados de Catherines Fulops.
– (risas) Sí, antes yo era especial, era como exótica. Le agradezco profundamente a la Argentina, ha sido de los países donde menos se ha escuchado xenofobia.

– Creo que falta poco para que seas abuela. ¿Vos qué pensás?
– Ay, ojalá, yo quiero. Quiero que la familia tenga un alegrón. Quiero que la familia siga creciendo. Va a ser una extensión nuestra, de nuestro amor, de lo que logramos el Ova y yo.

– ¿Vas a ser la misma suegra que hasta ahora pensás o te vas a poner un poco densa?
_ Yo voy a querer estar, vamos a ver qué tanto me van a permitir ellos. Paulo me pone mis límites. Lo pone y sino en la cara se le ve.

– ¿Cuándo ya no quiere conversar?
– Cuando ya no quiere que yo haga más alboroto, que no esté metida tanto. Igual él me agradece mucho. Llego a su casa y a la casa de mi hija y empiezo a arreglar.
_ Tu suegra también era muy importante para vos.
– Betty era lo más. La muerte de mi papá me re dolió, pero mi papá estaba un poco ido, eso también te da mucho dolor. No sabía exactamente lo que le estaba pasando. Así como a mi suegro también se le fue un poco la cabeza. A mí la muerte me da como un alivio: es momento de que se vaya, esto no es vida. En cambio con Betty me pasó otra cosa, ella estaba tan bien de su cabeza. Ese día me dijo: no te vayas, quédate acá. Había toque de queda por COVID, era el segundo rebrote. ‘No me dejes, no me dejes’. Y murió esa noche. El último suspiro cuando su hijo llegó a la habitación para agarrarle la mano. Para mí fue muy duro que ella muriera, porque siento que ella tenía muchas ganas de vivir. A mí esa muerte me pegó mucho, mucho Betty. Lamenté mucho que ella se fuera.

– ¿Era como una mamá?
– Claro, ella me adoptó. Por suerte pude decirle todo lo que la amaba. Y ella a mí también. La tengo tatuada acá. Betty y Osvaldo. A mi papá también me lo puse acá. Es una tontera esto de hacerse un tatuaje, pero sentí que la quería tener en mi piel a Betty

– Oriana dijo el otro día que desde que los abuelos no están se ven menos con Gabriela.
– Mucho menos. Todos pasan sus duelos y hacen su proceso de la manera en que pueden. Ya no es lo mismo de antes. Antes era el punto de encuentro en la casa de Betty. Ahora está con sus amigos. Por más que uno quiera verse, ya no nos vemos como antes, no es lo mismo. Pero también es respetable que cada quien se tome sus tiempos y quiera vivir su vida como siempre. Gaby siempre ha sido una persona que ha viajado mucho, que no tiene un punto fijo. Cuando llega acá tiene mil compromisos con sus amigos, con la gente que no ve, que querrá estar en su casa, qué se yo. No lo veo mal, creo que todo se va acomodando.

– Este año la vas a ver en el casamiento.
– Sí, esperemos.

– Supongo que es más que verla en una noche, sino la previa, la fiesta, el día después. ¿Tenés los vestidos ya?
– Sobre el vestido me da mucha risa porque Oriana me mandó la foto de la esposa de Cristiano Ronaldo. Un tajo hasta acá arriba. ‘Mamá, vos tenés que ir potra’. Ay, no, gorda, espérate, déjame que me voy a estar tranquilita.

– Bien por tus hijas que te quieren ver sexy.
– Me mandó varios vestidos, todos pegados y con tajos. No te imaginas. Bogani no está de acuerdo que haya tajo. Lo más fino, lo más discreto.

– ¿Te cuenta pormenores del casamiento o sabe que se te puede escapar la información?
– Ella junto con Claudia Villafañe me esconden información. Las dos se confabulan contra mí porque dicen ‘a ésta se le va a ir la lengua’, pero yo me meto. La tengo loca a Claudia, le mando videos todo el tiempo.

– ¿Videos? ¿Con qué intenciones?
– Videos de casamientos, no vaya a ser que esto sea un lindo detalle que puede funcionar en la boda. Para dar opiniones. A ver si puedo aportar algo deliberadamente. Y ahí te das cuenta cómo a los hijos… al olor de la flor se le olvida la flor. Te das cuenta que ellas toman sus propias decisiones y una está tratando de atrapar ese olorcito de flor en un frasquito para guardártelo. Y ellas ya volaron, volaron con su vida, sus decisiones. (Infobae)

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