Cinco meses y medio duró el análisis pormenorizado para concluir que el concejal Céspedes incurrió en delitos que ahora la justicia deberá determinar si se trataron de corrupción.
El edil había gestionado personalmente la construcción de dos puentes que atraviesan por sus campos y que solo beneficiaron a otros cuatro vecinos que viven lindantes a sus tierras.
Además, se lo acusa de haber comprado durmientes de quebracho robados que eran retirados de la obra de construcción de la nueva traza ferroviaria en el año 2015. Todo eso llevó a su destitución, el cual contó con los votos de los seis concejales del oficialismo local (FPV-PJ) y un voto inédito de un compañero de banca del propio Céspedes: Ignacio Forte.
Aquello constituyó un acto que desde los ojos del peronismo fue visto como un gesto noble, mientras que desde los de Cambiemos se interpretó como traición.
Luego del hecho, el intendente Francisco Echarren avaló el procedimiento del HCD local. Ahora, la justicia deberá investigar si ese "comportamiento poco ético" se trata en realidad de un hecho de corrupción, indicó Crónica.
"La corrupción no tiene bandera política. La corrupción es corrupción. Y sea quien sea, tiene que pagar las consecuencia", finalizó el concejal Esteban Pereyra, del bloque FPV-PJ.