Gastón Córdoba ha sido una de las mejores apariciones de la última temporada de la Liga Argentina de Básquet. El alero cordobés, uno de los jugadores más destacados en su puesto dentro de la 2019/20, ha experimentado un salto de calidad tan importante que tranquilamente puede decirse que se encuentra atravesando el mejor momento de su carrera deportiva. Y el ascenso ha sido por demás interesante, encontrando un momento de explosión que ha sabido aprovechar para llevar su mejor básquet a la actualidad.
Con 25 años (nació el 17 de septiembre de 1994, en Freyre), el jugador que disputó la última campaña en un histórico como Central Entrerriano de Gualeguaychú lleva todo un pasado y un recorrido que lo ha ido fortaleciendo cada vez más como atleta. Se encuentra en una edad ideal y hoy está atravesando un presente brillante más allá de que antes de la pandemia debió superar una lesión, pero aquel joven Rojinegro que supo explotar en este último tiempo cuenta con una historia que más allá de los flashes que tuvimos sobre sus sólidas actuaciones en estos últimos años.
Se formó en el club 9 de Julio Olímpico de Freyre, llegando al básquet de la mano de Gustavo Finello. En aquellos principios, sostuvo una dualidad entre el básquet y el fútbol, pero cuando tuvo que decidirse por alguna la pulseada la ganó el básquet. De a poco fue ganando terreno apoyado en sus condiciones, en su compromiso y dedicación, algo que hablaba mucho por él sabiéndose que es un jugador que desde siempre ha tenido un perfil bajo pero que eso no le impidió empezar a trascender.
Llegó a integrar seleccionados de Córdoba en 2011 de la categoría U17, donde fue campeón, y también preselección argentina U18 en el año 2012. También pasó por una entidad muy prestigiosa como San Isidro de San Francisco, además de otros equipos como Sanjustino y Peñarol de Rosario del Tala.
Su salto de calidad comenzaría a darse en Central Entrerriano, en el año del ascenso del conjunto gualaguaychuense desde el Torneo Federal a la Liga Argentina. Hace poco, en la 2018/19, pero en algo que sin dudas significaría un punto de inflexión en la carrera de Gastón. Aquel año, promedió 11,6 puntos con 36% en triples y 7,0 rebotes, cumpliendo funciones más de cuatro abierto acompañando a Sebastián Bernasconi en la dupla interna que logró el ascenso a nuestra segunda categoría.
"Sin dudas creo que mi gran clic fue esa temporada del ascenso con Central. Si bien es un gran conjunto de cosas positivas, creo que me dí cuenta y me la creí un poco por así decirlo. Fue cuando entendí que mi papel o rol en el equipo era muy importante. Siento que mi confianza creció rotundamente cuando en la temporada por ejemplo me tocó defender a jugadorazos, sentía que realmente lo hacía bien y esa sensación de satisfacción o placer de ir logrando lo que me proponía fue única. Diría que esa temporada fue la que me hizo crecer en todos los aspectos", cuenta Córdoba sobre aquel año donde el Rojinegro logró su ascenso.
El joven oriundo de Freyre fue fundamental en la estructura de Central Entrerriano en la pasada 2019/20, y justo dos partidos antes de la pandemia sufrió una lesión en una de sus manos. Se quebró la segunda falange del dedo pulgar derecho, que tras unos estudios médicos derivó en una pequeña cirugía para recuperarse, aproximadamente un mes de rehabilitación que luego pudo hacer desde su casa.
Sin dudas que los números hablan por sí solos: en 29 partidos donde promedio 29,7 minutos siendo el jugador con más minutos en cancha dentro de Central, arrojó cifras de 13,8 puntos (59,8% en dobles y 41,1% en triples) más 7,8 rebotes y 17,7 de valoración general. Fue el tercer mejor reboteador defensivo en la última temporada de la Liga Argentina, destacándose también en su faceta desde el perímetro ya que su tiro a distancia es una de sus mayores virtudes habiendo sido el sexto mejor triplero del torneo (anotó 72 en los 29 partidos que jugó, promediando 2,5 por noche).
"Hasta mi último partido diría que estaba en el mejor momento de mi carrera profesional. Creo que se debe al nivel de maduración mental que logré y eso es a causa de todas las temporadas anteriores que me tocó jugar, a las experiencias que tuve y los equipos que compartí. Sin dudas la temporada que ascendemos con Central fue el logro y la experiencia más linda y grande que tuve hasta el momento, me hizo crecer mucho como jugador la confianza que logré en esa temporada, aprendí muchisimo de los jugadores con los que compartimos ese año, y el haber obtenido el título y haber sido el mejor equipo me subió muchísimo la confianza y la fe propia. Por eso, a la temporada siguiente al tener la oportunidad de jugar la Liga Argentina, encaré el año con esa mentalidad ganadora que había logrado a través de todo este tiempo".
Los cambios desde su despliegue dentro de la cancha también cambiaron. Y es que Córdoba pasó a exprimir mucho más sus aptitudes en ataque en este último tiempo, donde si bien siempre se destacó en su pulido tiro exterior también adquirió otras herramientas para sumar puntos y ayudar a su equipo en diversas situaciones. Hasta entonces, su valor como jugador defensivo era más que importante pero haber encontrado otros aspectos donde explotar su juego también lo fue transformando en un jugador más completo.
"Siempre me definí más como un jugador defensivo, pero en las últimas dos temporadas me dediqué más a pulir y aprender a ser un jugador más agresivo en ofensiva, a medida que pasaba el tiempo me sentía más cómodo en esa función y al tener cada vez mejores porcentajes me resultaba mucho más natural ser un jugador ofensivo y tomar decisiones. Obviamente tienen muchísimo mérito los equipos, la calidad de jugadores que tuve al lado que hacía que todo sea más facil".
Mucho de todo este crecimiento tiene que ver con los compañeros de equipo que ha tenido en estos últimos años, destacando que gran parte del éxito que tuvo Central Entrerriano en las recientes temporadas también está apoyado por la estructura y columna vertebral de jugadores que supo mantener (además de Córdoba mencionamos a Bernasconi, Adrián Forastieri, Tomás Ludueña y Lorenzo Capponi). Tampoco hay que dejar de lado al conductor principal del equipo, Mariano Panizza, el técnico que supo gestar el éxito del rojinegro en este último tiempo, con resultados más que valiosos, y que a su vez ha sabido darle la confianza necesaria tanto a Córdoba como a todo el grupo de jugadores.
"Los buenos porcentajes que tuve también vienen de la mano con ese plus e impulso de haber salido campeones en el Federal, lo demás, el día a día en los entrenamientos, el querer mejorar mí velocidad de tiro por ejemplo, en ser un jugador más agresivo cada vez que tenía la pelota en la mano y el llevar a cabo eso, también es mucho mérito del equipo y de la forma de jugar que teníamos".
"Como equipo estábamos muy conectados al conocernos tan bien y las cosas resultaban más fáciles, al igual que también hay mucho mérito de todo esto para Mariano Panizza, el entrenador. Le debo gran parte del profesional que soy hoy, estuvimos cuatro temporadas seguidas juntos (NdR: lo dirigió en Peñarol del Tala también, antes de la llegada de ambos a Central Entrerriano), aprendí muchísimo de él y mis mejoras se notaban a medida que pasaba cada temporada. La confianza que el tenia en mí me hacía jugar muy suelto y sin presión alguna".
A medida que va superando barreras y objetivos, Córdoba se sigue planteando nuevos desafíos que abordar en la búsqueda de su crecimiento y desarrollo. En este sentido su mentalidad sigue dando pasos adelante, sin buscar un techo sino sabiendo que la principal motivación es llegar lo más lejos posible en base a todo su esfuerzo y trabajo diario.
"Siempre tuve un pensamiento superador, siempre quiero mejorar algo de mí y quiero superarme a mí mismo, siempre ir por más. Soy muy autocritico y creo que la regularidad y el crecimiento se deben un poco a eso también. Me pongo objetivos a no muy largo plazo y me gusta mirar para atrás y ver si los cumplí, si fui capaz de hacerlo. Por el otro lado, me gusta mirar para adelante y un poco jugar a imaginarme cosas, a verme en grandes ligas, qué sería si estuviera en tal lado, si estaría a la altura, qué me faltaría tener o mejorar. Y no me pongo un techo o un objetivo final, esas metas a las que llegás y ya no querés más, sino que quiero dar lo máximo de mí, dar todo y hacer lo posible para llegar lo más lejos posible, ver de lo que puedo ser capaz".
<b>Fuente:</b> www.laliganacional.com.ar