El sueño más anhelado de ella y su pareja, Marcos, es poder reunir el dinero necesario para poder tener su casa.
La historia de Amalia es muy similar a la de Ana, una joven que destinó el IFE a armar su propia verdulería. Respecto a su historia, Amalia contó que "mi pareja no tenía un trabajo fijo. Tenemos tres hermosos hijos".
Fue a partir de ello que "arrancamos nuestro microemprendimiento con un taladro, un martillo y una caladora. Con el resto compramos material".
"Hoy gracias a Dios, con la ayuda de nuestros clientes del barrio y el IFE fuimos por mucho más. Hoy tenemos máquinas para cortar y vamos a ir por mucho más. Pero con un granito de su voluntad vamos a lograr mucho más. Muchas gracias de corazón", expresó.