El mural se plasmó en el marco del Programa contra la Violencia Institucional y había sido confeccionado y pintado por organizaciones sociales, vecinales, políticas y estudiantiles, como un instrumento para ejercitar la memoria y recordar a los dos jóvenes víctimas del atropello policial.
Ambos salieron de La Floresta la mañana del 16 de junio de 1994 y ya no se los volvió a ver. Se supo después que estuvieron en la sede del Iosper, de donde retiraron leche en polvo para el hijo recién nacido de Héctor. Luego tenían previsto asistir a una entrevista de trabajo, pero no se pudo establecer si llegaron. Nada más se supo de ellos.
Isabel Basualdo, la madre de Martín, participó del acto celebrado aquel 16 de junio de 2013, cuando se cumplían 19 años de la desaparición, y volvió a reclamar que alguien se digne a hablar, al menos para saber qué hicieron con su hijo. Tengo la convicción de que está muerto, pero por lo menos quiero tener un lugar donde poder llevarle una flor, dijo. También Julián Froidevaux y Florencia Amore, responsables de las áreas de Derechos Humanos de la provincia y del municipio, respectivamente, la acompañaron.
Apenas un año después el mural desapareció, como Héctor Gómez y Martín Basualdo.