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Su muerte generó mucha angustia y tristeza en las comunidades de Tabossi y Crespo. Su familia llegó y se afincó en esta ciudad. De hecho, Milagros nació en Crespo; aunque hace unos años el jefe de familia quedó sin trabajo a causa de las ausencias por acompañar a su hija a los estudios médicos para la detección e inicio del tratamiento, y debieron mudarse a Tabossi. Dicha comunidad les abrió posibilidades laborales y los cobijó socialmente en este largo proceso de reconstruir el estado de salud de la pequeña.
Milagros concurría a la Escuela Nº 54 "Tomás Guido", y casi como una paradoja del destino -cuando aún no había sido diagnosticada-, a su corta edad fue colaboradora de la ONG Pelucas de Esperanza -Filial Crespo-, regalando mechones de sus cortes de cabello para la creación de pelucas para infantes oncológicos.
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"Es muy triste todo, porque el trasplante había prendido muy bien, al 100% con mi médula, pero quedó una célula maligna y eso generó que la enfermedad volviera, con más fuerza destructiva que antes", explicó.
"Era muy pronto aún el trasplante realizado, como para iniciar un tratamiento oncológico que prometa buenos resultados a su salud. Mili tomó la decisión de no seguir con el tratamiento y regresar a Entre Ríos", recordó Javier y agregó: "Lo hablamos con mi señora y como papás respetamos su voluntad, ya que Milagros estaba cansada de 4 años de lucha intensa y nos decía que su cuerpito no soportaba más tratamiento".
Aquel acto de amor que llevó a Javier Ramírez a ser el donante de médula para su hija, junto al incondicional acompañamiento de su mamá Marta, es atesorado a nivel familiar; aunque un desconsuelo los golpea desde este 12 de abril, cuando Milagros abandonó su lucha para descansar en paz. (FM Estación Plus)