Paraná Anidaban en un cartel en altura

Hallaron cinco pichones de Lechuza de Campanario en el Parque Botánico

El nido se hallaba en un cartel que fue bajado para su reparación. Un guardafauna explicó a Elonce cómo será el cuidado de las aves hasta su liberación y sentenció: “No son pájaros de mal agüero, son hermosas”.
Video: Hallaron cinco pichones de Lechuza de Campanario en el Parque Botánico
Encontraron cinco pichones de Lechuza de Campanario en el Parque Botánico. Elonce accedió a un video que muestra el momento del hallazgo: las pequeñas aves advirtieron el peligro ante la presencia del hombre y emitieron ese extraño sonido que las caracteriza.

“Fue una macana la forma en la que se los halló porque el nido estaba dentro de un cartel que tenía que ser reparado por roturas y peligro de caída; y hasta que no se bajó el cartel no se supo de la existencia de los pichones”, comunicó a Elonce el empleado municipal, Bruno García.

“El cartel se bajó con dos grúas, se lo trasladó al lugar donde se hará la refacción y ahí se escuchó el sonido clave de los pichones”, indicó el guardafauna y aclaró que “una vez que el nido es movido de su lugar, los padres ya no los toman como suyos”.
Actualmente, los pichones de Lechuza de Campanario están a resguardo de una de las colaboradoras para la protección de los animales silvestres.

El colaborador de Fauna explicó que “el más grande de los pichones no debe tener más de dos meses”. Y en ese sentido, indicó que “nacen desparejos, no todos juntos, porque los huevos son puestos en diferentes tiempos y entonces van naciendo de forma salteada”.

Y agregó: “El sonido es rasposo y lo emiten solo cuando se sienten amenazados; y hay otro sonido seco que lo hacen cuando están curioseando”.
Porque se las llama Lechuza de Campanario
“Es porque anidan en chimeneas, en construcciones viejas, y los nidos a modo de cueva, por eso buscaron el cartel que estaba roto en el Parque”, indicó García en relación al nombre que recibe esta especie de ave. También comentó que se las suele ver en la Catedral Metropolitana, en pleno microcentro paranaense.
“Las garras es lo primero que se les desarrolla porque ese es un acto de defensa; uno piensa que te van a picar, pero en realidad, lo primero que hacen es agarrarte; y de adultas, estas aves tienen un plumaje muy lindo en color canela, la cara muy marcada blanca, como delineada, y pintitas perfectas, como batarazas”, detalló el guardafauna al reconocer que “impresionan” porque pueden dar vuelta la cabeza para ver.

García, que es colaborador de la Dirección General de Fiscalización y de la Brigada de Abigeato, apuntó que en Paraná no hay un lugar definido dónde llevarlas y quien se crie a las aves, es por eso que los pichones permanecerán en cautiverio al cuidado de Victoria Goró.

“Será hasta que crezcan porque demandan un proceso muy delicado, para que no se mascoticen, porque hay que verlas solo para el momento de darles de comer, que no tengan una relación directa con las personas y mantengan esa agresión para con las personas”, fundamentó el guardafauna.

Y sumó: “Se descalcifican muy fácil, tienen que tener un espacio para sus primeros vuelos y lo más difícil es enseñarles a cazar para luego hacer la liberación”.

En la oportunidad, reveló que las lechuzas se alimentan de roedores, pero en cautiverio, se les dan carcaza y pechugas de pollo.
Una leyenda da cuenta que una joven costurera, madre de siete hijos, a la que le agradaba vestir lujosamente y lucir sus trajes en toda clase de fiestas y de reuniones, al regresar a su casa después de varias horas, recibió la enorme y desgarradora sorpresa de comprobar que todos sus hijos habían muerto de frío. Fue tanta su desesperación de madre, que agarró la tijera y comenzó a cortar las siete mortajas que necesitaba, casi sin darse cuenta de lo qué hacía. En eso estaba, cuando se fue transformando poco a poco en ave. El paso de un Suindá por la vecindad de un hogar, imitando perfectamente el ruido característico de una tijera en acción, es tan temido por los supersticiosos, y muy mala señal para una familia es oír el suindá por siete veces en el transcurso de una sola noche.

“Esos son mitos gracias a los que el hombre se mandó muchas macanas por querer matarlas, siendo que no deja de ser un ave muy nuestra a la que hay que cuidar”, apuntó García y remarcó: “No son pájaros de mal agüero, son hermosas”.
(Elonce)
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