"José siempre fue el más distante con nosotros, pero siempre en un equilibrio elogiable. Imponía autoridad, pero no te intimidaba ni era riguroso. Lo mismo (Hugo) Tocalli, el profe (Gerardo) Salorio. Siempre bajaron una línea muy clarita de que no solamente importaba ganar, sino todo lo de adentro y afuera", cuenta el Vasco desde Gualeguaychú. "Los tratábamos de usted, siempre hubo mucho respeto, mucha disciplina, y todo eso dio resultado. A ese cuerpo técnico solamente le faltó coronarse con un Mundial de mayores", agrega.
Luego de un trabajado segundo puesto en el Sudamericano que lo tuvo como pieza clave en Bolivia, en medio de un contexto complejo en el que "costó mucho la adaptación" a la altura, el formado en River se afianzó como titular y no recibió ni un gol en la fase definitoria del Mundial, donde la FIFA lo premió con el Balón de Bronce cuando los dueños de los tres palos no tenían una estatuilla específica como ahora lo es el Guante de Oro. "Igual, a ese premio lo podía ganar cualquiera de mis compañeros, se lo merecían porque habían hecho todo bien", resalta el de la capital entrerriana.
En la final, con victoria por 2 a 0 ante Brasil y revancha de la final continental (había sido 0-2 en Santa Cruz de la Sierra), hubo un detalle poco común: a poco del cierre, el entrenador decidió sacarlo para que su colega Gastón Pezzuti (el suplente) tenga participación. Aquello, consensuado, por supuesto que no le quitó ni un gramo de alegría. "Después estaba fusilado, dormí a pata suelta y me desperté sin acordarme de nada, hasta que vino el kinesiólogo Raúl Lamas y me dijo 'buen día, campeón del mundo'. Eso no me lo olvido más", recuerda.
El Gráfico lo destacó también en su tapa, remarcó su proyección y adentro de su edición 3943 escribió: 'Aladino nos trajo un arquero'. A la vuelta, Irigoytía fue elegido por Ramón Ángel Díaz para reemplazar al relegado Germán Burgos en el Millonario, donde festejó la Libertadores de 1996 (entre otros títulos) hasta que se quedó sin lugar y partió a Hércules. Después, con el tiempo, solamente su ex compañero de club y capitán albiceleste Juan Pablo Sorín se consolidó en la Mayor de aquellos primeros conquistadores del desierto qatarí, ese que los impactaba.
"El contexto nos descolocaba porque salíamos de Doha para ir al estadio y era todo arena, parecía irreal hasta que aparecían las luces del Khalifa, esa cancha imponente", rememora el paranaense de 44 años, que también pone énfasis en "el trato hacia la mujer, todas tapadas y vestidas de negro" y la seguridad, "porque los castigos eran cortar una mano, cosas así".
Alejado por completo del mundo del fútbol tras su retiro en Aldosivi (2006), Irigoytía solamente sigue la actualidad de River y se entretiene con la Premier League. Mientras tanto, recomienda el estudio para cualquier futbolista, algo que le sirvió para el durante y el después. "El pasar de un mundo a otro, salir de la burbuja en la que vive el jugador constantemente, hace disfrutar mucho más las cosas", concluye.