No será ni el primer partido que se pierde por suspensión, ni la primera final. Ante Tigres, en 2015, Gallardo tampoco estuvo en el banco de suplentes, pero se las rebuscó para estar presente con los suyos.
El DT mandó a tapiar el acceso al vestuario desde el terreno de juego con unos blíndex que afectan la visión desde afuera hacia adentro (pero no al revés) lo que facilitó su presencia. Bajó desde la concentración encapuchado tras la señal de un empleado de seguridad para dar la charla técnica antes del partido. Ni las cámaras televisivas ni los veedores de la Conmebol pudieron ver qué ocurría desde la cancha.
Durante el partido que River ganó, se ubicó en un espacio creado especialmente para la ocasión: se armó un "minipalco" con una pantalla y una silla de umpire de tenis, en el hueco que está entre la tribuna Sívori y la platea San Martín, muy cerca del vestuario.
Así, las banderas camuflaron la situación, el Muñeco pudo ver lo que pasaba en la cancha y se comunicó con el banco cuando algún integrante se acercaba disimuladamente hacia la zona. Además, cada tanto habló mediante un handy con su segundo ayudante Hernán Buján, quien en el final fue apercibido por la situación.
Los números de Matías Biscay
El de esta tarde será el tercer partido seguido que le toca estar dirigiendo por la suspensión que tiene Gallardo. A la primera final ante Boca en la Bombonera, se le suma el encuentro ante Gremio en Porto Alegre, en la semifinal de vuelta.