Los conducidos por Antonio Conte encararon el duelo con la seguridad de haber despejado las dudas en su triunfo ante Bélgica. Con una nueva perspectiva y euforia en su hinchada, saltaron a hacer lo que mejor saben, defender, confiados en el desgaste de su rival y la aparición de espacios por la necesidad para acabar rematando el partido fiel a su estilo.
Suecia, que había decepcionado en su debut con un empate ante Irlanda, no mejoró. Necesitaba un triunfo. Tenía que correr riesgos y decidió tomarlos. Otro empate le dejaba a expensas de los belgas. Y no tuvo para más. Italia no empataba sin goles un partido desde mayo de 2014, hace 25 encuentros. Eder lo evitó a dos minutos del final tras una gran jugada individual, con amague y derechazo a la red.