Sociedad Vivió un calvario de 12 horas

Calvario: Su ex pareja la secuestró y ella dejaba huellas para que la encuentren

Su ex pareja la mantuvo cautiva en el monte y la obligó a caminar más de 30 kilómetros. "Estaba desesperada por mis hijas; iba dejando huellas para que la policía o alguien me encuentre", contó la mujer que contó el calvario que vivió.
Estuvo cautiva por su ex pareja durante 12 horas.
Foto: Estuvo cautiva por su ex pareja durante 12 horas.
Crédito: (El Liberal).-
María Graciela Díaz (40) vivió un verdadero calvario por más de 12 horas, ya que su ex pareja la mantuvo cautiva en el monte y la obligó a caminar más de 30 kilómetros, con la intención de llevarla hasta Herrera, donde -según sus ilusiones- iban a "vivir juntos".
La odisea de la mujer, madre de cinco hijos, comenzó cerca de las 11 del domingo, cuando su ex -Carlos Robles- atravesó la motocicleta delante del automóvil en el que ella se trasladaba hasta el destacamento policial de Los Quiroga, en Santiago del Estero, para pedir ayuda.
Borracho y armado
"Nosotros terminamos la relación el jueves pasado. Él antes me había amenazado y me pedía que retomemos la relación. Ayer (por el domingo) vino de paseo a la casa de un familiar -a escasos metros de su vivienda- y estaba muy borracho", explicó la víctima al comenzar a relatar el paso a paso de la dramática situación.
Además, relató que "temiendo que pase algo, sobre todo por mis hijas porque nunca lo había visto así, llamé a Jorge (el remisero de la zona) y le pedí que me llevara a la policía. Metros antes de llegar a la ruta, apareció detrás nuestro, después nos sobrepasó y se cruzó frente del auto", dijo a El Liberal.
Amenazada con el arma
Según sostuvo María, el remisero no pudo evitar la colisión y terminó chocando la motocicleta en la que se conducía Robles, provocando que éste cayera al piso. "Al 'volar' de la moto se le cayó al piso un arma que tenía", explicó la mujer.
La víctima contó que su ex "se levantó rápidamente del piso, agarró el arma y le apuntó a Jorge, le gritaba 'me quisiste matar' pero él (por el remisero) intentaba explicarle que no pudo hacer otra cosa ya que se había cruzado delante del auto".
Ante el violento episodio, María decidió bajar del auto. "Cuando me vio me dijo que si me iba con él no iba a pasar nada. Miré a mi hija que tenía miedo, entonces me fui con él. Cuando estábamos en el monte guardó el arma", narró.
Sed, hambre y frío
María -residente en el paraje Los Díaz, departamento Banda- contó que después de ese incidente su pareja no volvió a usar el arma, ya que la tenía guardada en la cintura.
El sol se escondía y María tenía sed, hambre y frío. "Caminamos mucho, ya estaba oscureciendo y yo le pedía que saliéramos a la ruta a pedir ayuda, le decía que quería volver, estaba desesperada por saber de mis hijas".
Dejaba huellas
Sobre su peregrinar por el monte contó: "Con sus brazos y pies abría el camino para seguir entre la maleza. Yo donde veía que había tierra suelta ponía mi pie para que quedara la huella, para que la policía me encontrara".
"Cuando ya no podía más porque tenía mucha sed ingresamos a una finca que estaba cerrada, aparentemente no había nadie, me dejó ir hasta el aljibe y ahí tomé agua. Sin que se diera cuenta derramé un poco en el suelo para seguir dejando huellas", recordó la víctima, quien tiene en sus brazos las marcas del calvario.
Sola por el monte
"Ya era la madrugada, la temperatura había descendido mucho y entre la maleza el frío se hacía sentir más. Yo le pedía volver porque tenía frío. Me dijo que no y me dio su campera. Caminamos un poco más. Me decía que si la policía nos encontraba él se iba a entregar", indicó.
Al parecer también cansado de caminar y temiendo de ser atrapado, Robles dejó huir a su víctima. "Hicimos unos metros más y me dijo que si yo quería podía salir al camino. Cambió de actitud porque sabía que la policía nos iba a encontrar. Ahí sí sentí miedo, porque tenía que andar sola por el monte', enfatizó.
Una luz de esperanza
En el afán de ser auxiliada María corrió a pedir ayuda. "No conocía la zona, pero sabía que tenía que llegar a la ruta, me guiaba de las luces. Al salir al camino vi una moto, ahí comencé a gritar y hacer señas con mis brazos, estaba muy cansada", contó.

El suplicio de la mujer terminó en la localidad de Abra Grande, cuando la ocupante de la motocicleta se detuvo, la cargó en el rodado y la llevó hasta el Hospital Zonal de Pozo Hondo. Rápidamente, la policía fue alertada de la situación y se trasladó hasta el lugar.
María fue examinada por el médico forense, quien constató que solo tenía lesiones en los brazos, producto de haber caminado entre los yuyos.
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