Policiales Este juves dictaron sentencia

Caso Maillo: la historia de la esposa, hijo y suegra que mataron al comerciante

El "Clan Maillo" fue condenado a prisión perpetua este jueves en Río Gallegos, provincia de Santa Cruz. Se trata de Claudia Susana Reina, José Maximiliano y Luis Gabriel, quienes planificaron el brutal crimen ocurrido en 2017.
El llamado Clan Maillo fue condenado a prisión perpetua este jueves en Río Gallegos, provincia de Santa Cruz. Susana Reina, sus dos hijos y el sicario que contrataron para matar a Vicente Maillo recibieron la pena máxima, acusados del crimen del comerciante en 2017. La investigación concluyó que fue un plan pergeñado por la familia al enterarse que la víctima los iba a dejar afuera de la herencia.

Según informó el medio periodístico Tiempo Sur, poco después de las 12:00 el Tribunal Oral dio a conocer la sentencia del juicio por el crimen del reconocido comerciante de Río Gallegos, Vicente Maíllo, hecho ocurrido el 16 de noviembre de 2017, cuando el hombre de 59 años fue apuñalado mientras dormía.
En la causa pasaron más de 70 testigos y finalmente se conoció la suerte judicial de los imputados. Éstos son José Maximiliano Maíllo, Luis Gabriel Maíllo, Susana Reina y Cristian Etchebarne.


La sala se encontraba repleta, aunque manteniendo los protocolos impuestos por la pandemia. También había vecinos en las afueras. Todos se abrazaron cuando se leyó el fallo del tribunal que presidió el doctor Jorge Cabral. Los cuatro fueron condenados por la misma causa: coautores de homicidio agravado por el vínculo, por el pago de precio o promesa remuneratoria, por alevosía, codicia y por el concurso premeditado de dos o más personas.

"No creo que podamos decir todo lo que sentimos. Se hizo justicia. Vicente no vuelve pero al menos sabemos que sus asesinos estarán presos de por vida", dijo visiblemente emocionada Petra, una de las hermanas de Vicente Maillo. "Este fallo nos consuela de alguna manera. Era el fallo que esperábamos. Se hizo justicia", cerró.
El escalofriante crimen
Todo comenzó en la madrugada del 16 de noviembre de 2017 cuando Susana Reina (57) y su madre María del Carmen Espiritoso (83) llamaron a la policía para denunciar que habían sido víctimas de una entradera en su casa de la planta alta de la calle Zapiola, en pleno centro de Río Gallegos. La policía se encontró con un cuadro inesperado: sobre la cama matrimonial, el cuerpo de un hombre sin vida con heridas de arma blanca y sobre un charco sangre. Era Vicente Maillo (60), conocido comerciante de la ciudad, difundió Clarín.

Enseguida se sumaron al grupo familiar José Maximiliano (37) y Luis Gabriel Maillo (26), hijos de Reina pero a quienes el Maillo había reconocido como propios y les dio el apellido. Vicente había conocido a Reina en “la noche” de Río Gallegos, en un club nocturno.

La teoría de la entradera duró apenas cuatro días. Al menos para la jueza Marcela Quintana quien, tras estudiar minuciosamente las cámaras de seguridad y tomar declaración a la familia, encontró numerosas contradicciones. Enseguida ordenó la detención de la mujer, sus hijos y María del Carmen Espiritoso bajo el cargo de “coautores de homicidio agravado por el vínculo, por el pago de precio o promesa remuneratoria, por alevosía, codicia y por el concurso premeditado de dos o más personas”.

Es que tras recoger testimonios y con las pruebas acumuladas, la jueza no dudó que se trataba de un asesinato cometido por la familia porque Vicente Maillo, cansado de los derroches de dinero de la familia, los había dejado fuera de su herencia. Esto los enojó tanto, que decidieron asesinarlo de acuerdo a la teoría de la justicia.

Para llevar adelante su plan, en principio ideado por Espiritoso (83, fallecida en octubre de 2019) contrataron a un sicario que fue identificado como Javier Etchebarne (22), un joven radicado en Buenos Aires, que tenía vínculo con la novia de Luis y se dedicaba a la albañilería.
La noche del crimen, Espiritoso habría colocado en la comida de la cena (albóndigas con puré) un somnífero en la porción que le tocaba a su yerno. Por eso cuando en las primeras horas de la madrugada llegó Etchebarne, Maillo dormía profundamente.

A Maillo lo ataron de cuatro puñaladas. Una de ellas, le perforó el corazón. No pudo reaccionar. En principio, las mujeres declararon que a Reina la habían atado y amordazado. Y que logró librarse gracias a su madre. A la justicia no le cerraban algunas cosas. El ladrón no se llevó nada y Reina no tenía ni un rasguño. Además, al parecer las cosas ya no andaban muy bien el matrimonio: la mujer y Maillo dormían en habitaciones separadas.
Los cuatro fueron detenidos y quedaron con prisión preventiva. A la semana, una delegación de la policía de Santa Cruz capturó a Etchebarne. A esa altura, la ciudad de Río Gallegos estaba conmovida por el asesinato. Maillo era un vecino muy querido que incluso solía regalarles a sus empleados vacaciones en distintas partes del país.

Pero el haber quedado fuera de la herencia irritó a su familia que decidió eliminarlo. Poco antes del crimen, Maillo había descubierto que en sus cuentas bancarias había movimientos voluminosos de dinero que él nunca había autorizado. Además su hijo Luis (que era su preferido) se daba la gran vida en Buenos Aires donde estaba estudiando para contador. Vivía en Puerto Madero, tenía un auto de alta gama y salía de noche con continuidad. Los 20 mil pesos que le mandaba mensualmente les duraban una semana.


Los avances
El caso parecía estar esclarecido. En un primero momento Espiritoso se había hecho cargo de ser la ideóloga del crimen. Pero falleció en 2019 y claro, quedó fuera de la causa.

La investigación que dio un giro importante el año pasado cuando la familia acusada de matar a Maillo contrató un estudio de abogados comandado por Carlos Telleldín, involucrado en el atentado a la AMIA de lo cual fue absuelto en el 2020. Telleldín elaboró otra teoría: que se trató de un crimen pasional. Según el abogado, Reina había matado a su marido cansada de las infidelidades y de la violencia psíquica, económica y física ejercida por el hombre.

Si esta hipótesis se probaba hubiera permitido una pena menor para Susana Reina y sus hijos hubiesen quedado en libertad, fuera de la causa.
El jucio oral se realizó en el SUM de la policía de la provincia. El tribunal estuvo integrado por Joaquín Cabral, Jorge Yance y Enrique Arenillas. Una de las jornadas se realizó fuera de ese lugar, ya que todos fueron a la casa, escenario del hecho, para comprobar si, como decía Reina, el cuchillo que había utilizado para asesinar a su marido se encontraba escondido detrás de la heladera.

La justicia encontró dos cuchillos. En uno había muestras de ADN de Maillo y su forma no coincidía con la de las heridas del comerciante.
Según una pericia, se estableció que el asesino de Vicente lo hizo estando parado, al lado izquierdo de la cama, con un cuchillo con filo de un solo lado, apuntando el mismo hacia el homicida. Esto nada tuvo que ver al relato de Reina, quien sostuvo haberlo atacado arrodillada y con un cuchillo de doble filo. Fue el dato que terminó por condenarla, junto a sus hijos, de por vida.
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