Policiales Volverá con la mujer que explotaba

Le concedieron la domiciliaria tras estar tres años preso por trata de personas

Luis Ernesto Marchesini fue condenado por explotar sexualmente a su propia mujer y madre de su hijo. Por cuestiones económicas, le concedieron la prisión domiciliaria y volverá al hogar con quien obligaba a prostituirse.
Luis Ernesto Marchesini fue propietario de varios prostíbulos en Gualeguaychú, pero tras la prohibición de ellos orientó su vida a la explotación sexual de una mujer que lo denunció y originó su detención en agosto de 2015. Tres años después, con más de la mitad de su condena cumplida, logró la prisión domiciliaria y volverá con la mujer a la que obligó a prostituirse.

Marchesini es un personaje conocido en la noche de Gualeguaychú. Este hombre de poco más de 60 años, oriundo de San Isidro en la provincia de Buenos Aires, fue regenteador del prostíbulo "Tentación" en Urquiza y Nágera, y de otro en Pueblo Belgrano. Pero cuando la ordenanza municipal que prohibió la existencia de este tipo de comercio se hizo efectiva en Gualeguaychú, Ernesto Luis Marchesini debió cerrar sus negocios y buscar otras alternativas.

Esa alternativa que encontró llegó de la mano de otro delito: la trata de personas. Fue encerrado en la Unidad Penal 2 y muy rápido fue trasladado a la cárcel de Concepción del Uruguay, donde cumplió la condena hasta la actualidad, que recibió el beneficio de continuar su sentencia en su casa debido a cuestiones económicas.

El 13 de agosto de 2015 por la madrugada, una mujer se comunicó con la línea 145 del Programa de Rescate y Acompañamiento a las Personas Damnificadas por el Delito de Trata, y denunció que "su pareja Luis Marchesini la hacía prostituir en la calle, en Gualeguaychú". En su desesperado relato contó que lo había conocido en Santa Fe y que, engañada con tener una vida mejor, viajó a la ciudad del carnaval.

Juntos vivieron en un domicilio de Primera Junta 487, esquina Libertad; durante cinco meses, y durante ese lapso de tiempo, Marchesini la obligó a prostituirse. La víctima mencionó que no la dejaba salir de la casa ni volver a Santa Fe, y que lo que la retenía eran sus tres hijos menores de edad. En su denuncia indicó que quedaban al cuidado de una niñera cuando ella debía estar en la calle.

En ese contacto telefónico contó todo lo que pudo y fue clave, primero para rescatarla de la explotación, y segundo para llevar a Marchesini ante la Justicia Federal. Mientras hablaba por el celular, Marchesini la vigilaba a una cuadra de distancia y refirió no poder realizar la denuncia en ninguna comisaría porque, y según sus propios dichos, el hombre conocía a los policías.

Es obvio que una persona que se encuentra captada y en una situación de vulnerabilidad como lo estaba esta mujer, es imposible que pudiera tener un teléfono celular propio. Fue gracias a un cliente que le prestó su celular para llamar a su madre primero y luego a la línea 145, que se supo todo lo que estaba padeciendo.

Cuando su madre se enteró por la propia voz de su hija lo que estaba padeciendo, no dudó en viajar de inmediato a Gualeguaychú. Desde los organismos federales se desplegaron todos los protocolos y el Juez Federal de Concepción del Uruguay ordenó un allanamiento que se cumplió ese mismo 13 de agosto a las 23.45.

Cuando los gendarmes del Escuadrón 56 de Gualeguaychú arribaron al inmueble de Primera Junta y Libertad se encontraron con un móvil policial de la Comisaría Cuarta que había llegado al lugar alertado por una pelea familiar. Allí se constató la presencia de la víctima, en claro estado de nerviosismo, la madre de ella que recién había llegado desde Santa Fe, los hijos menores de la denunciante y Ernesto Luis Marchesini.

El juicio

En el Tribunal Oral Federal de Paraná se realizó a fines de agosto del 2017 el juicio contra Marchesini, imputado de "promoción y facilitación de la prostitución de persona mayor de 18 años, agravado por ser el autor conviviente de la víctima".

El fiscal Leandro Ardoy indicó que había quedado probado que la víctima conoció a Marchesini en Santa Fe cuando tenía 24 años; mientras estaba inmersa en una situación de precariedad laboral y de una situación de violencia familiar, "sintió que Marchesini la protegía. Ella se fue enamorando y el imputado fue tejiendo una telaraña hasta captarla, al prometerle un mejor nivel de vida y trabajo, hasta que logró que se mudara a Gualeguaychú", argumentó.

"Se incrementaron los celos como mecanismo de control y manipulación y, al regreso de uno de sus viajes a Santa Fe, el 3 de marzo de 2015, la invitó a ir a bailar para hacerla luego bajar del auto a comprar profilácticos y mandarla a prostituirse a la calle. Unos días después ella se negó y Marchesini le respondió con violencia física", explicó Ardoy.

La mecánica consistía en llevarla él o mandarla en remís. No dejaba que se repitieran los clientes y la vigilaba desde una cuadra, diciéndole que era para cuidarla. Marchesini le ponía el precio a los encuentros sexuales: $ 350 la media hora y $ 700 la hora; e incluso le ordenaba los moteles a los que debía concurrir. Marchesini distribuía el dinero que ella obtenía y retenía casi todo; sólo le daba algo para comprar el alimento para sus hijos.

Toda esta situación de explotación sexual duró cinco meses hasta que la mujer hizo la denuncia, mientras estaba con un cliente, que no podía creer lo que le estaba pasando. Producto de su relación con Marchesini, el 1º de abril de 2016 nació su hijo menor. Finalmente, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Paraná lo condenó a cumplir una pena de 5 años de prisión, pero tan solo un año después consiguió que lo enviaran a su casa.

¿Cómo lo logró?
En una audiencia realizada el pasado 30 de agosto, Marchesini volvió a insistir en algo que pidió en el final del juicio y no se lo tuvo en cuenta. Solicitó la prisión domiciliaria aduciendo problemas de salud que acarrea desde hace tiempo y que se han incrementado durante su vida en la cárcel.

Pero en lo que más profundizó fue en la situación económica que padece "su mujer" y madre de su hijo de 3 años que viven en Gualeguaychú. Mencionó que el niño es "hiperactivo" y que no puede quedarse solo, que los medios económicos con los que cuenta son escasos, que sobreviven con el pago de la asignación universal y del ingreso de un alquiler de una propiedad en Santa Fe, pero que estos ingresos están destinados a cubrir los gastos de la vivienda en Gualeguaychú.

Marchesini alegó que si se le concedía la prisión domiciliaria podía cuidar a su hijo mientras su mujer sale a trabajar, algo que actualmente se le imposibilita. La mujer subsiste con parte del dinero que ingresa por el alquiler y con una Asignación Universal por Hijo de 3000 pesos que recibe mensualmente.

Todos estos alegatos fueron tenidos en cuenta por los jueces del Tribunal que a la hora de concederle la domiciliaria decidieron que se requiera al Programa de Asistencia de Personas Bajo Vigilancia Electrónica la realización del informe de viabilidad para el domicilio en el que va a vivir en Gualeguaychú y luego que se realicen las gestiones para la colocación del dispositivo de vigilancia electrónica. (El Día)
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