Luego, se refirió a uno de sus temas recurrentes: los jóvenes. Entonces, lamentó que, pese al crecimiento económico de Mauricio en las últimas décadas, los adolescentes atraviesan muchas veces situaciones de exclusión. "Ellos son quienes más padecen la desocupación, que provoca no sólo un futuro incierto, sino que además les quita la posibilidad de sentirse actores privilegiados de la propia historia común", afirmó. En ese sentido, destacó que viven "un futuro incierto que los empuja fuera del camino y los obliga a escribir su vida al margen, dejándolos vulnerables y casi sin puntos de referencia ante las nuevas formas de esclavitud de este siglo XXI". "¡Ellos, nuestros jóvenes, son nuestra primera misión! A ellos debemos invitar a encontrar su felicidad en Jesús, pero no de forma aséptica o lejana, sino aprendiendo a darles un lugar, conociendo su lenguaje, escuchando sus historias, viviendo a su lado, haciéndoles sentir que son bienaventurados de Dios. ¡No nos dejemos robar el rostro joven de la Iglesia y de la sociedad! ¡No dejemos que sean los mercaderes de la muerte quienes roben las primicias de esta tierra!", continuó, ante la atenta mirada de la multitud.
Francisco: "Nuestros jóvenes son nuestra primera misión"
Luego, se refirió a uno de sus temas recurrentes: los jóvenes. Entonces, lamentó que, pese al crecimiento económico de Mauricio en las últimas décadas, los adolescentes atraviesan muchas veces situaciones de exclusión. "Ellos son quienes más padecen la desocupación, que provoca no sólo un futuro incierto, sino que además les quita la posibilidad de sentirse actores privilegiados de la propia historia común", afirmó. En ese sentido, destacó que viven "un futuro incierto que los empuja fuera del camino y los obliga a escribir su vida al margen, dejándolos vulnerables y casi sin puntos de referencia ante las nuevas formas de esclavitud de este siglo XXI". "¡Ellos, nuestros jóvenes, son nuestra primera misión! A ellos debemos invitar a encontrar su felicidad en Jesús, pero no de forma aséptica o lejana, sino aprendiendo a darles un lugar, conociendo su lenguaje, escuchando sus historias, viviendo a su lado, haciéndoles sentir que son bienaventurados de Dios. ¡No nos dejemos robar el rostro joven de la Iglesia y de la sociedad! ¡No dejemos que sean los mercaderes de la muerte quienes roben las primicias de esta tierra!", continuó, ante la atenta mirada de la multitud.
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