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Por sospechas de corrupción, Bolsonaro sufre la primera baja en su gabinete

Como consecuencia de la primera crisis política dentro del nuevo gobierno brasileño, el presidente Jair Bolsonaro destituyó hoy a uno de sus ministros más poderosos, Gustavo Bebianno.
Como consecuencia de la primera crisis política dentro del nuevo gobierno brasileño, después de varios días de intrigas, divisiones e incertidumbre, el presidente Jair Bolsonaro destituyó hoy a uno de sus ministros más poderosos, Gustavo Bebianno, a cargo de la Secretaría General de la Presidencia, sospechado de corrupción durante la campaña electoral del año pasado.

"El señor presidente de la República agradece su dedicación al frente de la cartera y le desea éxito en su nuevo camino", señaló el escueto comunicado divulgado al final de esta tarde por el Palacio del Planalto, poco después confirmado por el vocero presidencial, Otávio Rego Barros, en una conferencia de prensa. Ante las preguntas de los periodistas, el funcionario se limitó a explicar que la remoción se debió a una "decisión del foro íntimo de nuestro presidente".

La salida de Bebianno, quien fue presidente del Partido Social Liberal (PSL), de Bolsonaro, y coordinador de la campaña, era esperada desde la última semana luego de acusaciones periodísticas que lo enfrentaron de manera terminante con uno de los hijos del mandatario, abrieron fisuras en el núcleo de la nueva administración y desgastaron rápidamente la imagen del nuevo jefe del Estado brasileño. La crisis estalló en un momento delicado para el gobierno, justo cuando esta semana presentará al Congreso su ambiciosa propuesta de reforma previsional, eje de su agenda económica.

Todo comenzó el domingo 10 de febrero, cuando el diario Folha de S. Paulo publicó una investigación que apuntó que el PSL había utilizado fondos públicos destinados a los comicios en "candidatos-fachada", cuyos nombres habían sido puestos en las urnas electrónicas pero que en realidad nunca hicieron campaña y por lo tanto tampoco recibieron muchos votos. Se cree que los desvíos habrían servido para financiar otros gastos no declarados de una campaña presidencial que tenía como una de sus principales banderas la lucha anticorrupción y contra otras cuestionadas prácticas de la política tradicional.

Bebianno negó que él hubiera cometido algún ilícito. Ante la presión de la prensa, y para despejar cualquier señal de dificultad en el gobierno, afirmó que había hablado por teléfono sobre el asunto con Bolsonaro, entonces todavía convaleciente en un hospital de San Pablo tras una cirugía para restablecerle el flujo intestinal por el atentado con cuchillo que sufrió en plena campaña. Al día siguiente, el segundo hijo mayor del presidente, el concejal de Río de Janeiro Carlos Bolsonaro, usó las redes sociales para acusar a Bebianno de "mentiroso", y afirmó que su padre no había discutido el tema con su ministro porque no había aceptado hablar con él.


Mientras sectores del gobierno -en especial los militares que forman parte del gabinete, incluido el vicepresidente Hamilton Mourão, así como legisladores del PSL y sus aliados- criticaron la injerencia de los hijos de Bolsonaro en las cuestiones de Estado, al salir de su internación, el presidente respaldó las palabras de su hijo y, en una entrevista televisiva, señaló que si Bebianno estaba involucrado en el escándalo de las "candidaturas-fachada", debería "volver a sus orígenes". Lo que siguió fue un enredo que solo empeoró con el paso de los días.

Se esperaba que Bebianno, humillado, presentara una renuncia que no llegó. Es más, se mostró desafiante y apuntó que no se iría del gobierno mansamente. Los ministros militares y el jefe de Gabinete, Onyx Lorenzoni, buscaron contener el daño y acercar a las partes para evitar que un ofendido Bebianno pudiera debilitar la posición del presidente. En una ríspida reunión en el Palacio del Planalto el viernes por la noche, Bolsonaro ofreció a Bebianno dejar el gabinete a cambio de un cargo directivo en Itaipú Binacional, la entidad brasileño-paraguaya que gerencia la usina hidroeléctrica del mismo nombre, o de su designación como embajador en Italia, pero el ministro no aceptó. Durante todo el fin de semana se aguardó la noticia de la destitución de Bebianno, pero solamente hoy, tras una tensa negociación, se llegó a un acuerdo: a través de las redes sociales, el presidente haría declaraciones públicas elogiosas para su excolaborador y Bebianno bajaría el tono a la pelea.

Con esta retórica de paños fríos, el gobierno espera ahuyentar turbulencias innecesarias antes de que el miércoles el presidente envíe al Congreso su proyecto de reforma previsional, considerado clave para que la economía de Brasil retome un camino sostenido de crecimiento. Sin embargo, la disputa en el núcleo del poder generó fuertes suspicacias en el Parlamento y también en los mercados financieros, que respaldan la alteración integral del sistema de jubilaciones. Bebianno era una figura con buena articulación política en el Congreso y ahora tanto desde el oficialismo como desde la oposición -que no creó esta crisis pero buscará aprovecharla al máximo- se cree que el proceso para la aprobación de la reforma previsional será más arduo. El episodio dejó además con un sabor amargo a los aliados del presidente-sobre todo entre los militares- que ven con malos ojos la influencia que demostró tener el clan Bolsonaro en el mandatario.

Por lo pronto, quien fue elegido para reemplazar a Bebianno en la Secretaría General de la Presidencia fue otro militar, el general de reserva Floriano Peixoto, quien hasta ayer era secretario ejecutivo de esa cartera. Se trata del octavo militar que ocupa un cargo en el gabinete compuesto por 22 ministros; los otros son: Augusto Heleno (Seguridad Institucional), Carlos Alberto dos Santos Cruz (Secretaría de Gobierno), Fernando Azevedo e Silva (Defensa), Tarcisio Gomes de Freitas (Infraestructura), Bento Albuquerque (Minas y Energía), Marcos Pontes (Ciencia y Tecnología), y Wagner Rosario (Transparencia y Contraloría General de la Unión).
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