
El año 1968 había comenzado revuelto con los levantamientos anti soviéticos en Checoslovaquia conocidos como Primavera de Praga. Semanas antes de la acción de García Uriburu habían estallado las revueltas juveniles en París, donde residía gracias a una beca. En Italia, que ponía en marcha una nueva edición de la Bienal de Venecia, el evento artístico más importante del mundo, la ultraderecha y los comunistas mantenían un diálogo a base de atentados.
Con ese marco convulsionado, los carabinieri tardaron 15 minutos en detener al artista creyéndolo un terrorista que vertía alguna sustancia tóxica en los canales más famosos del mundo.
"Nicolás fue un verdadero pionero del land art y luego se transformó en un referente del arte ecológico", afirma la curadora y directora artística del museo, Mariana Marchesi.
El nuevo género con el que comenzaba a experimentar, que emergía en paralelo a las primeras manifestaciones de performances y conceptualismo, implicaba la intervención o el gesto artístico en el paisaje.
Para el caso veneciano, utilizó el colorante "para expandir el lienzo hacia la naturaleza". "El paisaje veneciano es uno de los géneros más trabajados en la historia del arte; repensar y reformular el concepto de paisaje en 1968 es un gesto muy fuerte", detalla.
La muestra se compone de los registros fotográficos y fílmicos de la coloración de Venecia y de las que le siguieron en aguas de Buenos Aires, París, Bruselas y Londres, ya sea en ríos, canales o fuentes. Además, óleos, serigrafías y fotografías intervenidas dan cuenta de sus exploraciones posteriores en pos de unir los pueblos con sus performances acuáticas.
Turistas, residentes y gente del arte que se había congregado en Venecia lo saludaban y felicitaban por su acción. Él, que no participaba de ninguna manera en la Bienal, había revolucionado desde los márgenes del acontecimiento de arte contemporáneo más importante.
Fuente: El Cronista