El viernes, a un día de cumplir 120 días de detención, un juez lo dejó en libertad y ahora intentará reconstruir su vida.
Los peritos que trabajaron en el dormitorio incendiado concluyeron que el fuego se inició por un cortocircuito en un portafocos ubicado a la altura del cielorraso. Así, descartaron el uso de combustibles como acelerantes del fuego.
El sábado 24 de diciembre, el barrio Juan XXIII de la ciudad de Corrientes amaneció conmocionado. La parte superior de una casa ubicada en la calle Potosí -casi 17 de Octubre- comenzó a incendiarse.
Cuando los bomberos llegaron al lugar se contactaron con Quintana, un empleado público de 45 años. El hombre refirió que el fuego se había iniciado en el dormitorio que compartían su esposa, Sandra Farías, y sus hijos, de seis y cuatro años.
A los bomberos les llamó la atención que el cuarto estaba cerrado con llave, motivo por el cual tuvieron que derribar la puerta.
Cuando sofocaron el incendio, hallaron al menor de los chicos sobre un colchón totalmente quemado, mientras que la mujer y el otro menor estaban contra una pared. La autopsia estableció que fallecieron asfixiados por el humo.
Detenido en un calabozo
Quintana fue retirado rápidamente del lugar por la Policía y llevado a la seccional 12, donde quedó alojado hasta tanto se pudiera establecer cómo se inició el fuego.El temor de los agentes era que los familiares de la mujer intentaran lincharlo, ya que inmediatamente abonaron la hipótesis de un femicidio.
“Fuimos descubriendo la verdad a medida que pasaban los minutos. Nos dimos cuenta de que era algo más que un simple incendio. Esto fue el desenlace de un caso de violencia de género, que también sufrieron mis sobrinos”, dijo sin dudar. Sus sospechas se incrementaron cuando los bomberos retiraron del lugar un bidón con nafta.
Farías afirmó que existía una relación violenta y que Quintana había amenazado con matar a Sandra. Esa versión fue corroborada por los vecinos de la víctima, quienes relataron que las peleas eran constantes y que en varias oportunidades incluso hubo intervención policial.
Una hermana de la mujer había asegurado tras el hecho que el hombre era "el asesino de sus propios hijos y de Sandra Farías, a la que manipuló siempre", para reclamar que quedara preso "de por vida".
Sin embargo, desde la Jefatura de Policía aclararon que no se registraban "antecedentes formales de violencia de género".
Francisco y Sandra habían atravesado unos meses antes una separación, pero más que nada por una cuestión sanitaria.
Quintana se desempeñaba como chofer en un ministerio y consideraba que estaba muy expuesto a contraer coronavirus. Es por eso que durante algunos meses de la pandemia, Sandra y sus hijos vivieron en la casa de su madre.
Casi 120 días le llevó a la Justicia establecer que el fuego se había iniciado en forma accidental y que Quintana no había tenido responsabilidad en las tres muertes. Fuente: (Clarín)