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La historia del paranaense Aguilar, que va por la gloria en el kite panamericano

El entrerriano Federico Aguilar es farmacéutico y la bahiense Catalina Turienzo rinde exámenes para ingresar a Medicina. "Somos una gran familia", coinciden. En Santiago 2023 buscarán la plaza olímpica para París 2024.
Federico Aguilar nació en Paraná y acaba de cumplir 47 años. Catalina Turienzo tiene 17 y es de Bahía Blanca. Ellos serán desde este sábado los representantes argentinos en las pruebas de la Fórmula Kite del yachting en Santiago 2023, unos Juegos Panamericanos muy especiales para ambos.

Serán los primeros de sus carreras y el premio al esfuerzo y el sacrificio de un proceso que comenzó en 2019 y que recorrieron juntos. Es que además de ser compañeros en el seleccionado, él es el entrenador de ella. Y, según sus propias palabras, son parte de una gran familia.

"Nos conocimos en 2019 medio de casualidad. Yo había empezado la campaña de los Juegos Olímpicos de la Juventud, pero pensando que el Foil iba a ser olímpico. Cuando se supo que la clase para los Juegos iba a ser el Kite, me pasaron el contacto de Fede y un día fuimos en la camioneta con mis papás desde Bahía Blanca hasta Paraná, que son como mil kilómetros", contó Cata en charla con Clarín desde Algarroba, Chile, donde se correrán las regatas panamericanas.

"En los campeonatos piensan que Cata es mi hija -admitió Fede entre risas-. Con mis 47 años, me tengo que adaptar a su edad y ella también tiene que hacerlo. Lo hemos resuelto bastante bien. Tenemos mucho laburo juntos, muchas horas en este proyecto. Mi mujer y mis hijos conocen a Cata, porque a veces se quedaba en casa cuando iba a Paraná. Y cuando viajamos sus papás vienen y estamos todos juntos. Somos dos familias que dijeron 'Vamos por todo' y pusieron todo lo que tenían para llegar acá".
Aunque el destino quiso que sus caminos se cruzaran recién hace cuatro años, ellos compartían sin saberlo la pasión por los deportes acuáticos desde mucho antes. Aguilar tuvo sus primeros contactos con el agua en su Paraná natal arriba de un kayak y practicando remo. Pero hace 23 años se enamoró del kite.

"Al principio lo hacía como hobbie. Después fui mejorando, pero no tenía los recursos económicos para afrontar competencias. Porque hay algo que tenemos en común con Cata: ninguno de los dos tuvo la formación náutica de la mayoría de la gente que hace vela, que da los primeros pasos en Optimist de niño, después pasan a Laser y van avanzando dentro de un sistema. Nosotros no tuvimos esa estructura atrás", relató el entrerriano.

"Yo hice el alto rendimiento al revés por temas económicos. Me recibí de farmacéutico en Córdoba y me dedico a la farmacia. Aunque en los últimos años trabajé poquito porque estoy muy enfocado en el deporte", continuó.

"En 2019 hice un primer intento serio y fui a buscar la clasificación a los Panamericanos de Lima, pero tenía un solo kite para competir y la verdad no podía. Así que después decidimos hacer un esfuerzo gigante y hacer la campaña para Santiago y terminamos logrando una clasificación impensada. Y en ese último tramo del proyecto se sumó Cata", agregó.
Turienzo también creció en contacto con la arena y el mar, porque pasaba mucho tiempo del año con su familia en Monte Hermoso. "Tengo un grupo de amigos de mi edad y crecimos aprendiendo a barrenar las olas y a navegar... Mis papás navegaban en el kite común, el inflable, y fue amor a primera vista. Me parecía que era muy copado y a los cinco años le pregunté a mi mamá si podía tomar clases. Empecé con un kite chiquito que se usa para aprender, a los 7 empecé a navegar con la tabla en el mar y en 2019 conocí a Fede", relató la bahiense.

"Cuando llegué a Paraná, no conocía la clase ni los kite foil, no conocía los foil de carrera... no sabía que existía todo eso. Lo probé y estuvo buenísimo. Pero fue un salto enorme. Era otro deporte, nada que ver a lo que yo estaba acostumbrada hasta ese momento", siguió.

"Para que se entienda, Cata era como una nena de tres años que tenía que aprender a comer, a leer y a escribir, a sumar y a restar, todo junto y muy rápido. Tuvo que aprender a navegar, las reglas de regatas, todo lo que hace a esta clase. Encima con una pandemia de por medio, que no nos dejaba viajar ni entrenar mucho. Y lo hizo rapidísimo. Su crecimiento fue exponencial. Lo trabajamos con un montón de esfuerzo. Ella hizo muchos viajes desde su casa a Paraná y pasamos mucho tiempo afuera en giras. Todo lo bancábamos nosotros y fue un sacrificio enorme, no solo en lo económico", explicó Aguilar.

Turienzo hasta dejó de lado el viaje de egresados -está cursando el último año en el Colegio del Soler- y sabe que quizás tenga que poner en 2024 el deporte por encima de sus estudios universitarios.
"Estuve haciendo los últimos dos meses del curso de ingreso a Medicina de la Universidad Austral, así que estoy esperando las notas del examen. La idea es seguir con esa carrera el año que viene, pero si conseguimos la plaza olímpica voy a enfocarme cien por ciento en la campaña hacia París", contó.

Si bien la primera parte del proceso hacia Santiago la hicieron a pulmón, bancando viajes y gastos de sus bolsillos, esa realidad cambió en 2021 cuando Cata consiguió el octavo lugar en el Mundial Juvenil de Omán. Hernán Vila, coordinador técnico de Juveniles de la Federación Argentina de Yachting, vio la seriedad con la que Turienzo y Aguilar estaban trabajando y los puso en contacto con la FAY.

Hoy la dupla cuenta con el respaldo de la federación, cobran becas del ENARD y la Secretaría de Deportes de la Nación y hasta reciben ayuda de dos sponsors privados: GPX Store, que les brindó los trajes de neoprene y la indumentaria para competir, y Windtoys, que les provee los kites. Ellos devuelven el apoyo con resultados.

Turienzo ganó el año pasado la medalla de plata en el Campeonato Panamericano de Maranhão, Brasil, y fue cuarta en el Mundial Juvenil de La Haya. En febrero de 2023 consiguió la plaza panamericana al quedar décima en el US Open Serie Clearwater en Florida y terminar entre las tres mejores del continente que aún no se habían clasificado a Santiago. Y en marzo fue quinta en el Panamericano de República Dominicana, en el que Aguilar se colgó el bronce y aseguró su cupo en Santiago.
"Cuando empezamos a trabajar con la federación y el ENARD no queríamos desentonar, porque la vela argentina es uno de los deportes más prestigiosos en el país. Son cracks y siempre consiguen medallas. Y estamos muy felices. Cata ganó la plata en el Panamericano del año pasado y yo conseguí el bronce este año. Fue un logro groso porque el kite argentino no tenía medallas continentales. Y lo conseguimos con este proyecto", celebró Fede.

Mucho de esos buenos resultados son consecuencia de esa relación atleta/entrenador, que es diferente en este caso, porque Aguilar cumple los dos papeles. "Esto que estamos haciendo con Fede es único", comentó Turienzo, que en julio finalizó octava en el Mundial de Juvenil de Kite de Gizzeria, Italia, y en agosto fue 32ª (y la mejor sudamericana) en el Mundial de Vela de La Haya. "Tiene muchos beneficios. Él entiende a la perfección cómo es estar compitiendo, cómo es estar en el agua, cómo es el roce. Podemos entrenar y navegar juntos y eso nos hace mejorar más. Nos empujamos y vamos creciendo juntos. Está buenísimo", agregó.

"Ser atleta me da esa cuestión personal de llegar al logro propio, de haber sobrevivido un montón de situaciones, crisis económicas, el paso del tiempo, el desgaste físico... Y me mantiene vivo, con ganas, con energía para laburar, tener objetivos y querer mejorar", analizó Aguilar. "Y como entrenador poder transmitirle todo eso a una persona que funciona como un espejo está buenísimo. Por eso el proyecto está super consolidado", cerró.

Aguilar y Turienzo tienen claro cuál son los objetivos y las prioridades para estos Juegos Panamericanos. Y el más importante es conseguir la clasificación a la cita olímpica del año que viene. Para hacerlo, deben terminar como los mejores sudamericanos de cada prueba.
"Nosotros lo vivimos como equipo y queremos que el equipo llegue a París. Ese es el proyecto más grande, por más que signifique no llegar ahora a un podio. Venimos con un empujón tan grande y creemos que podemos lograrlo. Aunque si se puede sacar una medalla en Santiago, sería glorioso", contó el entrerriano.

Aunque no dudan en avisar que, más allá del resultado deportivo, la idea es disfrutar de la experiencia y aprovecharla para seguir aprendiendo. "Siempre decimos que las medallas se ganan en los entrenamientos y se van a buscar en las competencias. Nosotros nos esforzamos mucho, entrenamos un montón y ya hemos conseguido algunos logros. Pero a veces los resultados no coinciden con el esfuerzo. Y lo tengo claro: cuanto más grandes son los objetivos, más alta ponés la vara y las desilusiones son más duras. Entonces vamos paso a paso y muy conscientes de que si nos caemos, nos tenemos que levantar; y si no nos caemos, tampoco nos tenemos que creer que somos lo más grande del mundo. La receta es la humildad", explicó Fede.

"Ser atleta panamericana es un honor. Es súper importante. Es un mundo que estamos descubriendo con Fede. A los Panamericanos vamos a disfrutar el proceso, el día a día, a vivir regata a regata. Es una experiencia que queda en uno para siempre y queremos que sea linda", reflexionó Cata.

Y agregó: "Estamos esperando el día para entrar a navegar. Si no navegamos, nos desesperamos. Y son esas ganas de seguir para adelante, seguir entrenando y mejorando, lo que ayuda un montón a manejar la presión y la desilusión cuando aparecen. Yo amo este deporte, la clase, la adrenalina y las regatas. Disfruto cada momento de la competencia y creo que esa es la receta para que dure mucho tiempo".

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Juegos Panamericanos 2023 Federico Aguilar Kite Foil
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