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Atleta argentino que logró una histórica medalla vende bonos para poder correr un maratón

Mariano Mastromarino necesita viajar a España para competir y lograr la clasificación a los Panamericanos Lima 2019, pero no cuenta con el dinero para hacerlo. Es por eso que organiza rifas y vende los números a través de sus redes.
Mariano Mastromarino en 2015 conquistó una histórica medalla de bronce en el maratón de los Juegos Panamericanos, esperada durante 64 años por el atletismo argentino -en Buenos Aires 1951, Delfo Cabrera había sido oro y Reinaldo Gorno, bronce-, es el mismo Colo marplatense que hace una semana que vende bonos contribución de 100 pesos para pagarse el pasaje al Maratón de Sevilla, en busca de la marca que lo clasifique a Lima 2019.

Un día después de pasarla mal en el último Maratón de Buenos Aires, que era Campeonato Sudamericano, el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD) le avisó que su beca era historia, porque no había podido revalidarla con los logros que impone el reglamento de la entidad, que firman y conocen todos los deportistas.

Por su bronce en Toronto, Mastromarino había obtenido una beca del ENARD de proyección panamericana (hoy está en 11.500 pesos), que luego había bajado a nivel sudamericano (8.280 pesos). El adiós a las becas le generó al atleta saber que a fin de año se terminará su cobertura médica y que no habrá financiamiento para su próximo gran desafío: clasificarse a Lima 2019.

"Las reglas son claras y yo las conozco y las acepto. Así como después de Toronto no me subí a ningún caballo, ahora pienso salir adelante. En ningún momento me quejé porque me sacaran la beca. El tema es que ahora para buscar la marca para Lima correré el 17 de febrero en Sevilla y como no tengo el pasaje, se me ocurrió esta idea. Y en enero me iré a preparar a la altitud de Cachi durante 19 días, como acostumbro, y ya invertí mis ahorros para ese ciclo de entrenamiento", le cuenta Mastromarino a Clarín desde Mar del Plata.
Si es cierto que al partir al humano sólo le quedan su buen nombre y su dignidad, el Colo lo palpa día a día en los entrenamientos en su ciudad. Y ahora con la venta de bonos. "La respuesta de la gente es impresionante. A todos los que se interesan les mando por un mensaje privado el número de cuenta para depositarme los 100 pesos y luego el comprobante", explica como si fuera algo normal que un atleta de alto rendimiento deba preocuparse por estos menesteres, publica Clarín.

En realidad es normal en este país en el que el sistema de becas del ENARD no está planteado para el desarrollo y la formación de los deportistas sino para la más absoluta meritocracia: reconocer monetariamente un resultado.

Claro que un atleta de alto rendimiento debe apostar y medirse con resultados. Pero hay intangibles con un valor supremo; entre ellos, ser referente, modelo a seguir e ídolo de aficionados.

Mastromarino claramente lo es, porque su victoria en el Maratón de Buenos Aires de 2014, en esa famosa prueba en la que pensaron que se había colado y lo quisieron sacar del recorrido, lo potenció en un contexto de auge de las carreras de calle en el país. "El cariño de la gente es increíble -enfatiza-. Lo vivo ahora con lo del bono y lo viví a comienzos de año con lo de Morena, que me cambió la vida".

Morena es la hija de Mariano y Mariana Tercia. La nena que sufrió las mil y una en el verano con el Síndrome Urémico Hemolítico. La piba que recuperó la sonrisa gracias a la medicina, con el apoyo clave de sus padres y de miles más. "Tuvimos que pedirle a la gente que no fuera a donar más sangre para ella porque desde el Banco de Sangre nos alertaban que la iban a tener que tirar porque no serviría mas", recuerda Mastromarino.

Salió airosa Morena, pero los hábitos alimentarios cambiaron en su casa. Y a eso también debió acostumbrarse Mariano. "Antes comía carne todas las noches por las proteínas, pero como More estuvo tres meses sin probarla, a veces esperábamos a que se durmiera para hacernos un bife a escondidas", relata el Colo.
Aún con este golpazo de la vida, levantó la frente y siguió entrenándose fuerte, con su pasión habitual. Pero los resultados no se dieron, chau beca y hola bonos. El mismo modus operandi que había usado en 2013 para poder correr el Maratón de París, con el dolor de marcar 2h17m22 y quedarse fuera de la clasificación al Mundial de Moscú... por apenas 22 centésimas.

Desde octubre, Mastromarino vive con el apoyo de la Secretaría de Deportes de la Nación -la beca se otorga con otros parámetros- y de Skechers, la marca de indumentaria deportiva que apostó hace dos años por él y entiende que las boletas de servicios no se pagan con shorts o zapatillas.

Fue bronce panamericano en Toronto 2015. Fue olímpico en Río de Janeiro 2016. Y cuando no le salieron las cosas, supo reinventarse.

"Ya estoy acostumbrado a utilizar los recursos con tal de seguir en actividad. ¿Qué voy a hacer? ¿Parar? No. Son los últimos años de mi carrera y pienso gastar los cartuchos para competir en Lima 2019. Y luego le apuntaré a Tokio 2020. Me queda poco y pienso en grande. Si tenemos una beca, mejor. Si no, lo haremos igual", se concientiza Mariano Mastromarino.

Y se pone a responder mensajes de sus "contribuyentes", a agradecerles y a prepararse para otro entrenamiento diario. La vida misma.

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Mariano Mastromarino
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