Como lo había dicho Bagnis en la previa, el resultado iba a ser una consecuencia del juego de cada uno. Lo mejor del argentino se vio en el comienzo: con mucha soltura, quebró de movida a Nadal y se adelantó 2-0, con buen ritmo y profundidad. Sin embargo, el zurdo de Manacor reaccionó pronto; no sólo recuperó el break, sino que se llevó cinco games seguidos, con la confianza a pleno para buscar -y encontrar- ángulos certeros; cada vez que encontró resquicios para tirar el revés paralelo, dejó sin chances al argentino.
La resistencia de Bagnis se desmoronó en la medida que Nadal se mostró cada vez más consistente y riguroso, dispuesto a sentenciar el partido por la vía rápida. Rafa hilvanó luego nueve games seguidos hasta el 2-0 del tercer set; aunque el argentino dio batalla en la parte final y descontó con un quiebre (3-5), no le alcanzó para seguir en el partido, pues Nadal no dio más oportunidades.
En busca de su décima conquista en el Bois de Boulogne, Nadal dio sus primeros dos pasos con cifras demoledoras. Ante el australiano Sam Groth y Bagnis apenas cedió ocho games, y apenas totalizó 3 horas y 5 minutos de juego, con el mínimo de desgaste. Si todo continúa por los carriles normales, tendrá su primer gran examen en los octavos de final, posiblemente ante el ascendente Dominic Thiem, y a modo de aperitivo de lo que sería el gran cruce del torneo: una semifinal contra Novak Djokovic, en busca del desquite tras la derrota contra el serbio el año pasado.