Durante el experimento, un grupo de 40 participantes escucharon un serie de gruñidos de perros realizando diversas tareas: proteger su comida, jugar con una cuerda o enfrentándose a la amenaza de una persona desconocida.
Los resultados mostraron un dato que sorprendió a los científicos: en el 63% de los casos, los participantes consiguieron relacionar correctamente el tipo de gruñido con la acción que estaba realizando el perro y la emoción que estaban expresando. Junto con identificar el contexto de los diferentes sonidos, el grupo tenía también que tratar de determinar el estado emocional del can entre cinco opciones: agresividad, miedo, desesperación, felicidad y ganas de juego.
Asimismo, uno de los autores del estudio, Tamas Farago, señaló que "las mujeres y los participantes que tenían perros" mostraron una mayor capacidad a la hora de reconocer las emociones de los perros. Fuente: (RT).-