Apenas cuatro meses después de su debut en la Primera de Argentinos y con sólo 11 partidos sobre sus hombros, el domingo 27 de febrero, Pelusa (todavÃa conservaba ese sobrenombre de la niñez) se sentó en el banco de la cancha de Boca ansioso porque el equipo goleara, para tener la chance de mostrarse. Asà se lo habÃa adelantado el entrenador en aquella inesperada charla 48 horas antes: "No quiero ponerlo nervioso, pero si las cosas van bien lo meto a usted en el segundo tiempo".
El penal que le atajaron a Osvaldo Ardiles a los 4 minutos de juego le hizo creer que no; no serÃa esa la tarde de su estreno. Sin embargo, a los 11 Daniel Bertoni le devolvió la ilusión con el primer gol del partido. Para cuando llegó el entretiempo, Argentina ya ganaba 4-0, con otros dos tantos del hombre de Independiente y uno de Leopoldo Luque, quien a los dos minutos del complemento amplió la cuenta a 5-0. Entonces, sólo era cuestión de esperar que el DT recordara lo que habÃa prometido.
A los 20 minutos, Menotti decidió que era el momento: "Prepárese que va a entrar. Haga lo que sabe", le avisó. A Diego le temblaban las piernas, según confesó muchos años después. El asistente levantó el cartel de chapa con el número 9 para anunciar la salida de Luque y luego, elevó el 19 que certificaba que el que entraba era Maradona. Con 16 años, 3 meses y 27 dÃas, el chico de Fiorito se convertÃa en el jugador más joven en la historia de la Selección argentina (un récord que todavÃa ostenta). La gente lo aplaudió entusiasmada: pese a su juventud y su escasa experiencia, nadie ignoraba quién era ese pibe zurdo de rulos.
Pocos segundos después de ingresar, tocó su primera pelota. Gatti jugó corto para Gallego, el Tolo se la dio mansa y Diego dejó solo frente al arquero a René Houseman, que no pudo convertir. Un instante después, el húngaro Zombori descontó y estableció el 5-1 que serÃa definitivo. Antes del final del partido, Maradona tuvo su chance: ingresó en diagonal desde la derecha con la pelota dominada, quedó cara a cara con el arquero, definió de derecha y la pelota se fue por arriba del travesaño.
Aquella primera vez quedó en la historia, aunque no significó la llegada definitiva del Diez al combinado nacional: en los siguientes ocho partidos, Menotti no lo convocó y recién volvió a llamarlo en agosto, seis meses después del debut, para disputar dos partidos contra Paraguay por la Copa Bogado. TodavÃa faltaba algún tiempo para que llegara la enorme desilusión de quedar afuera del Mundial 1978. El tiempo, sin embargo, se encargó de darle su revancha. (Goal)