"Vine a descansar un poco, intentar desconectar", comenzó Aránzazu, refiriéndose a su breve retorno a Paraná. A pesar de estar en la élite del pádel mundial, destacó las dificultades de disfrutar plenamente del momento durante los torneos: "Uno nunca espera estar al máximo nivel, lo soñé mucho, pero cuando estás ahí es difícil poder disfrutarlo. Se disfruta un poco cuando terminas el torneo, porque durante el torneo no lo disfrutas realmente".
A sus 19 años, Osoro Ulrich se trasladó a España con una meta clara: jugar al pádel. "Me fui a España con 19 años, y una meta clara. No fui a hacer amigos, fui a jugar al pádel, pero también conseguí muchas otras cosas. Ahora tengo una familia allá y amigos que considero muy cercanos", confesó.
Revelando algunos aspectos de su vida dentro de la cancha, Aránzazu compartió: "Cada jugadora tiene su estrategia, ser pasional es un método de descarga. Después de cada torneo me sale un herpes del estrés que se vive, no suelo estar nerviosa, pero el querer ganar te lleva a eso". Además, destacó la importancia del trabajo psicológico para manejar la no frustración.
En cuanto a su rendimiento actual, señaló: "Ahora mismo somos la pareja 5 del mundo, y en el ranking individual estoy 12". Asimismo, describió su dedicación diaria al pádel: "Le dedico todo el día, en pretemporada entrenamos doble turno de todo. Cuando estamos en torneo solo hacemos turno mañana y a la tarde, trabajo psicológico", señaló.
A pesar de su intención de descansar en Paraná, Aránzazu confesó: "Vengo acá a descansar, pero me invitan mucho a jugar al pádel. Vengo a desconectar". La Vikinga también reveló algunas supersticiones: "Soy muy cabulera: me siento lejos de la puerta, siempre entro última, siempre salgo primera, preparo la ropa el día antes, el color que me dio mala suerte no lo uso más".
