Así, el robo de red de Internet inalámbrica entre vecinos es algo del pasado. Ya nadie deja su conexión sin contraseña, explicó la responsable de una empresa proveedora de Internet de Paraná, quien alertó que si hay un hecho delictivo en esta cuestión es otro: el robo es hacia la compañía. Esto, a partir del hecho de que dos vecinos comparten el servicio para pagar un solo abono.
Si bien hasta hace algunos años, alguien podía llegar a conectarse en el Wi-Fi de algún vecino, simplemente haciendo click en su conexión de red inalámbrica, hoy es una realidad que la gran mayoría de los usuarios utiliza una contraseña cuanto más difícil de adivinar, mejor para evitar compartir red y, así, perder potencia.
El punto es, entonces, cuando la contraseña se comparte de motu proprio; es decir cuando dos vecinos comparten el servicio de Internet.
El robo, por llamarlo de alguna manera, es de los usuarios que comparten abono hacia la empresa que les provee, ya que pagan un solo servicio cuando deberían pagar dos, explicó le ejecutiva de una empresa local, destacando que, además del vacío legal que existe sobre el tema, para la compañía es prácticamente imposible de probar el delito.
La dificultad es ésa: cómo comprobamos que realmente comparten el servicio si se trata de algo inalámbrico. Al no haber un cable que pasa de una casa a la otra, para nosotros es muy difícil de probar y denunciar, destacó.
De todas maneras, la especialista explica que el robo que implica compartir servicio de Wi-Fi tiene una importante desventaja para los vecinos involucrados, ya que a mayor cantidad de equipos conectados, menor potencia de Internet. Por ejemplo, una familia que contrata servicio por 1 mega, cuando comparte con la casa de al lado, si en cada una están usando Internet, tienen la mitad de la potencia. Y, si en cada una hay dos equipos conectados, trabajan con un cuarto de la potencia lo que, claramente, repercute en velocidad de navegación, indicó.
Testimonios
Delito o no delito, lo cierto es que hay numerosos casos en los que la contraseña se comparte y, por ende, el servicio de Wi-Fi también.
Con mi vecino, cada uno tiene su propio servicio de Internet pero cada uno de nosotros sabe la contraseña del otro, entonces si tenemos algún problema con la señal propia, usamos la del otro, explicó Gustavo, quien aclara que el acuerdo implica usar la señal sin necesidad de pedir permiso.
La historia de este acuerdo fue así: Un día, él me llamó por teléfono y me dijo que se le había cortado Internet y tenía que entregar un trabajo urgente. Entonces me preguntó si yo le podía prestar mi señal. Yo le dije que sí y le di mi contraseña. Él me sugirió que después la cambiara pero yo le dije que usara mi Wi-Fi tranquilamente. Entonces, enseguida él me mandó un mensaje de texto con la contraseña de él, para casos en que a mí se me cortara el servicio, recordó Gustavo. Así hacemos, yo la tengo registrada a la de él y él a la mía; si me falla mi Wi-Fi, uso el de él. Es buenísimo el acuerdo, porque la verdad es que me agarra una suerte de síndrome de abstinencia cuando no tengo Internet, y lo uso mucho para trabajar, finalizó.
Entre vecinos, entre amigos, entre dueños e inquilinos. Desde que le alquilé el local de adelante de mi casa a unos chicos que son amigos de mis hijos, decidimos compartir el Wi-Fi. Antes no lo podía hacer porque los inquilinos no eran tan conocidos, pero los chicos son como de la familia y, la verdad, es que nos viene bien a los dos este acuerdo, comentó Graciela. (El Diario)