Sociedad El origen de la devoción

El Papa rezó por la Argentina ante la imagen de la Virgen de Luján

"Oremos por la Argentina, para que el Señor la ayude en su camino", rezó Francisco ante la imagen de Nuestra Señora de Luján, en el día de su solemnidad.
"Hoy en mi patria, la Argentina, celebramos la solemnidad de Nuestra Señora de Luján, cuya imagen está aquí. Oremos por la Argentina, para que el Señor la ayude en su camino", expresó el Papa Francisco al final de la audiencia general celebrada este miércoles 8 de mayo, en la Plaza de San Pedro.

El Papa también reforzó su llamado a la paz para los países que sufren la guerra: "Invito a todos a invocar la intercesión de María, para que el Señor conceda la paz al mundo entero, especialmente a las amadas y mártires Ucrania, Palestina, Israel y Myanmar".

El pontífice instó a los fieles a valorar el rezo del Santo Rosario en este mes de mayo, y recordó la importancia de invocar la intercesión de Nuestra Señora:

"Los animo a buscar siempre la mirada de Nuestra Señora, que consuela a todos los que atraviesan pruebas y mantiene abierto el horizonte de la esperanza".
El origen de la devoción
Corría el año 1630 y el portugués Antonio Farías, hacendado de Sumampa, jurisdicción de Córdoba del Tucumán (Argentina), pidió a un compatriota suyo, residente en Brasil, que le enviara una imagen de la Inmaculada Concepción de María Santísima para venerarla en la capilla que estaba construyendo dentro de sus tierras.

Aquel amigo, pensando en darle a Don Antonio la oportunidad de elegir la imagen de su agrado, envió dos estatuillas: una según el pedido original, y otra representando a la Madre de Dios con el niño Jesús en brazos. Ambas imágenes fueron colocadas en sus respectivas cajas y enviadas en una carreta junto con otros enseres.

Al llegar a las cercanías del Río Luján, zona de los Buenos Aires, después de tres días de duro viaje, los troperos encargados de transportar la preciosa carga decidieron pasar la noche en la estancia de don Rosendo de Trigueros.
La Madre que quiso quedarse al lado de sus hijos para siempre
Al día siguiente, con la claridad de las mañanas de mayo, los troperos se alistaron para continuar el viaje; sin embargo, como nunca, no lograron mover los bueyes que tiraban de la carreta. Era como si, de pronto, los animales se hubiesen vuelto incapaces de arrastrar la carga.

Todos los intentos para mover a las bestias fueron inútiles. De repente, a uno de los jinetes se le ocurrió bajar de la carreta una de las cajas que portaban a las imágenes, y ver qué sucedía, pero no hubo resultados.

Los hombres entonces decidieron volver la caja a la carreta y probar suerte bajando la otra, por si era esta la más pesada y la causa del problema. Para sorpresa de los presentes, los bueyes empezaron a jalar la carreta al instante.

Con el propósito de obtener algún tipo de explicación a lo sucedido, los troperos abrieron la caja que acababan de bajar y revisaron su contenido. El contenido era el mismo que habían cargado desde el inicio: una de las estatuillas de la Inmaculada Concepción.

Quienes presenciaron la escena interpretaron el hecho como que aquella imagen de la Virgen Inmaculada no quería irse del lugar; la Madre quería quedarse allí, en ese pueblito junto al río. Acto seguido, la imagen fue trasladada a la casa de uno de los locales, un tal Rosendo, cuya familia la recibió con alegría y devoción.

La noticia corrió por toda la región y despertó la piedad de la gente. Pronto muchas personas empezaron a acercarse al lugar, primero por curiosidad, luego con devoción, para pedir o agradecer a la Virgen favores y milagros.

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