Policiales No estaba embarazada

Revelan cómo fue el macabro crimen de Josefina y cuando le mutiló el cuerpo

Reconstruyeron los pasos de la jovencita y del "tío" político, la forma en que la mató, su vuelta a la casa a ver un partido de fútbol y los crueles pormenores del regreso al lugar del crimen para ir seccionando el cuerpo.
La Policía logró dar ayer con más restos del cuerpo de Josefina Inés López, la chica que desapareció de su casa el 29 de julio último, y cuyos restos se encontraron el martes.

El primer hallazgo de los restos de la chica, de 17 años, ocurrió durante la tarde del martes. Lo que se encontró el martes fue macabro: el torso y las piernas de Josefina; la cabeza y los rastros se localizaron recién ayer.

El diario El Sol publica este jueves crueles pormenores acerca de cómo ocurrió este femicidio. Al respecto, se supo que Juan Carlos Acuña le propinó un golpe tan fuerte que le destrozó la cara. Lo habría hecho con un piedra de gran tamaño encontrada muy cerca de donde fue hallado el cráneo, la que tenía restos de sangre y pelos pegados en su superficie.

El resto del cuerpo encontrado el martes por la tarde estaba seccionado desde el esternón para abajo. A los cortes los habría realizado con un cuchillo ya que están desprolijos y se nota que intentó cortarla desde otras extremidades porque fueron encontrados otras laceraciones, en la zona de la ingle de la menor. Estiman que se le hizo muy difícil la tarea y habría desistido de cercenarla desde la cintura y elegido entonces una parte menos "gruesa" por lo cual, habría elegido el cuello, seccionándole la cabeza.

No estaba embarazada
En las últimas horas circularon versiones que Josefina estaba embarazada, pero fueron desestimadas ya que el examen forense determinó que no lo estaba. No obstante, creen que habría mantenido relaciones sexuales y piensan que el asesinó la violó antes de asesinarla y mutilarla.

Sus últimas horas
Reconstruyendo el caso se pudo saber que a la menor la asesinaron el mismo día de su desaparición. Acuña la citó y se habrían ido caminando al "Naranjal de Pereda".

Una fuente bien informada de la investigación detalló a El Sol que cuanto admitió que la había matado la misma noche de su detención, manifestó que dijo: "me hizo calentar", justificando el porqué del espantoso crimen.

Lo que enervó al asesino habría sido que la joven le advirtió que le contaría a la tía que ambos mantenían una relación sentimental.

Dicen que contó que la golpeó en la cabeza y en el abdomen, hasta destrozarle el rostro, aprovechándose de su fuerza de ex boxeador, y que ante cada grito de dolor, le volvía a pegar con mayor saña para que "se callara".

Una vez fallecida tapó el cuerpo con ladrillos de la semi derruida construcción abandonada, y se alejó caminando con intenciones de ir a ver televisión.

Esa noche jugaba River. Fue a la vivienda que habitaba con Nelly Gómez, la hermana de la madre de la víctima, miró el partido y se durmió plácidamente como si nada hubiera hecho.

Volver al lugar del crimen
Al otro día le habría dicho a su pareja que concurriría a trabajar pero en lugar de hacerlo, volvió hasta el lugar del crimen y nuevamente se reunió con el cuerpo para taparlo con basura, tierra y ramas.

Al cuarto día, el asesino retornó al Naranjal de Pereda, en este caso era para terminar su obra: Procedió a intentar seccionar las partes del cuerpo para poder ocultarlo mejor. Llevó un cuchillo y cortó el cuerpo con desprolijidad.

Pese al afán que puso para cortarlo al cuerpo en varias partes, no pudo hacerlo como quería. Una vez que logró desmembrar algunas extremidades las arrastró para enterrarlas, manteniéndolas separadas con la intención de que si alguna de ellas era encontrada no se pudieran conectar entre unas y otras, dificultando las tareas de ubicar al autor del femicidio. También se dijo que el hecho de apenas enterrarla tenía por fin de que perros vagabundos, roedores o alimañas de las que existen en la zona pudieran terminar la tarea de hacer desaparecer por completo los restos humanos y dejar impune su crimen.

Luego mantenía su vida con suma naturalidad, junto a su pareja, conviviendo con la madre de su víctima, cruzándola todos los días, mientras comenzaban los pedidos de localización y las campañas de búsqueda de Josefina. No pudo saberse si participaba de las marchas, pero sí que estuvo al lado y conversó en varias oportunidades con los investigadores policiales que procuraban mayores datos de la menor, se comentaba incluso que a alguno de ellos hasta les habría servido un mate amargo con una sonrisa compradora.
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