“Es un elixir de los dioses”, afirma Gricelda y deja una aclaración: su mermelada “no tiene nada que ver” con la de rosa mosqueta, muy conocida en el sur del país. “Fui y vi el proceso, y esa se elabora con el capullo” de la flor.
El paso a paso, con algunas reservas
Al ser una receta tan cara a sus sentimientos, sólo menciona los pasos, sin detalles de cantidades, pero que igual sirven para conocer el proceso de la mermelada que presenta un color rojo intenso y muy tentador.
Con los que se descartan en este paso, elabora el agua de rosas para hacer el almíbar utilizado posteriormente para la cocción.
Los pétalos se cortan bien chiquitos con una tijera y se le agrega azúcar y un poco de limón para que no se oxiden; se los deja en reposo hasta el día siguiente, que se lo lleva al fuego.
Se cocina hasta que la preparación alcanza el punto mermelada y una vez frío se envasa en frascos previamente esterilizados. “Me llena de emoción que hayan venido porque esto es un rescate cultural. Mi mamá es de La Paz y cuando tenía cuatro años, su abuela que era española, le hacía retirar los pétalos de las rosas, pero no me supo decir más nada y yo necesitaba hacer ese rescate. Ella me enseñó todo lo que se de la cocina. Por un contacto en España conseguí que me mandaran la mermelada de pétalos de rosa y así empecé a hacerla. Esta mermelada no se vende, es de la familia, sólo convido”, menciona.
Además de esta mermelada tan especial, Gricelda elabora otros dulces y mermeladas que sí están para la venta ya que tiene su pequeño emprendimiento llamado “La Gallega”.
