El estadounidense y el ucraniano protagonizaron una pelea espectacular, en la que ambos merecieron ganar si fuera posible. Más allá de esto último, el europeo siempre fue quien llevó la iniciativa ante un Haney que lo esperaba a la contra aprovechando su mayor alcance y su rapidez de brazos.
La igualdad fue la tónica del combate, con dominios alternos y con asaltos muy cerrados. Una pelea muy complicada de puntuar. Haney se centró en golpear al cuerpo, mientras el ucraniano buscó más golpear al rostro. Esto último se pudo observar con claridad en el onceavo round, cuando Loma llegó con manos muy claras y puso en muchos apuros a su rival.El europeo hizo méritos para llevarse una ajustada victoria o un empate. Sin embargo, los jueces dieron la victoria al vigente campeón por un insólito 116-112 y dos lógicos 115-113. Es a partir de esto último que los aficionados se manifestaron contra la decisión y aplaudieron la labor de Lomachenko, que fue el vencedor de la gente.