Como ante Serbia, la Selección impuso una intensidad defensiva capaz de contrarrestar la diferencia de tamaño en la pintura. Con la decisión manifiesta de no dejar jugar a Rudy Gobert bajo el aro ni a Evan Fournier y Nando de Colo en el perímetro, la ofensiva gala se topó con un obstáculo que nunca pudo sortear.
Y como siempre, el Norte lo marcó Luis Scola. A los 39 años, el capitán fue el mejor jugador de la cancha, con 28 puntos (3/4 en triples) y 13 rebotes. Una producción a la altura de la trayectoria de una de las leyendas más grandes del mundo FIBA. Como siempre, lo acompañó Facundo Campazzo, con 12 puntos, siete rebotes y seis asistencias, y el gran cierre de Nicolás Laprovittola, que otra vez apareció para cerrar el partido con mucha jerarquía.
El dominio argentino fue absoluto y se basó en la solidez defensiva, pero también en la fluidez y el desparpajo de la ofensiva. Porque Luca Vildoza, con sus 10 puntos, Gabriel Deck, con 13, y el aporte de un equipo sólido y fresco a la vez desdibujaron al máximo a una Francia que, como Serbia, llegaba como favorita.El capitán. En llamas. pic.twitter.com/ghR4WL2Bph
— CABB (@cabboficial) September 13, 2019
El 80-66 final graficó la diferencia que se vio en el partido y Argentina celebró con justicia el pasaje a su segunda final mundial en la historia (en 1950 no hubo final, pero sí título). España espera el domingo a partir de las 9.
De una esquina a otra la asistencia de Vildoza para el triple de Campazzo. pic.twitter.com/vFSmxuyrgF
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