En 1961 se lo describió por primera vez como “encefalopatía de origen oscuro en bebés y niños” y recién en 2010 se acordó su nombre FIRES.
En julio del año pasado, investigadores de Polonia publicaron un artículo donde indican que también puede haber casos en adultos.
Sin embargo, el síndrome epiléptico por infección febril se da principalmente en niños y adolescentes de entre 3 a 15 años, previamente sanos y con un desarrollo normal.
Suele aparecer tras una enfermedad febril simple y sus síntomas incluyen la aparición súbita de crisis convulsivas focales recurrentes.
A esto se le suma una epilepsia focal refractaria junto con una pérdida de la memoria y conducta.
En algunos casos puede presentar también trastornos psiquiátricos y ocasionalmente discapacidad motriz.
En las circunstancias más graves, la enfermedad conduce a un estado vegetativo o semi-consciente que puede llevar a la muerte, según indica la plataforma Orphanet.
Se desconoce la causa que lo genera y algunos especialistas sostienen que puede deberse a una inflación abrumadora como respuesta a una infección menor. Nuevas investigaciones sugieren que los niños pueden estar genéticamente predispuestos a desarrollar esta inflamación.