Sociedad Alto nivel de casos sospechosos

La experiencia del regreso al aula en Santa Fe: "Fue emocionante"

La escuela de Colonia La María, en el departamento San Javier, es una de las 56 a las que se les permitió retornar esta semana a la presencialidad en la provincia de Santa Fe. "Fue emocionante, tanto para los chicos como para los maestros"
"Lunes 19 de octubre de 2020. Otro nuevo comienzo". La frase, escrita en el pizarrón con una caligrafía prolijísima, fue lo primero que encontraron los alumnos de séptimo grado de Colonia La María, una escuela rural del departamento San Javier, este lunes cuando volvieron a clases después de siete meses de suspensión de actividades presenciales por la pandemia de coronavirus. Antes del protocolo, antes de la higiene de manos y de la toma de temperatura, los chicos de impecable delantal blanco encontraron el saludo del maestro escrito en el pizarrón. "Fue muy emocionante volver a encontrarnos", contó unas horas después Sergio Locatelli, docente y director del colegio. En este nuevo comienzo no hubo abrazos ni besos y las sonrisas apenas se adivinaban detrás de los barbijos. "Ahora tenemos que aprender a mirarnos a los ojos y ver qué dicen, qué manifiestan las miradas. Es un buen ejercicio", propuso el docente.

La escuela Nº 1009 Francisco Narciso Laprida es uno de los 56 establecimientos del centro y el norte de la provincia que, entre este lunes y martes, retomaron las clases presenciales. Son las escuelas de 33 distritos (parajes o pueblos) donde actualmente no hay circulación de Covid-19 y desde el inicio de la pandemia hubo pocos o ningún contagio. Entre todas, el "nuevo comienzo" involucra a 780 alumnos y 275 docentes y asistentes escolares.

En la habilitación de las escuelas, Educación tuvo en cuenta también que los maestros no deban desplazarse para evitar romper las burbujas sanitarias y que los edificios educativos cuenten con todas las condiciones que garanticen los cuidados necesarios.

Colonia La María es una pequeña comunidad rural del departamento San Javier. Está a unos 48 kilómetros al sur de Romang y a unos 50 kilómetros al norte de Alejandra, sobre la ruta 1. A la escuela asisten 20 niños y niñas, 8 de nivel inicial y 12 de primaria; todos hijos de los empleados y changarines de los dueños de los campos de la zona, donde se siembra cereal y, aunque en menor medida, también se cría ganado.

En la colonia viven unas 80 personas. En las últimas décadas su población decrece. Los más jóvenes se van por la falta de oportunidades, los más viejos por la falta de atención médica. No hay dispensarios y sólo una vez cada 20 días tienen la visita de un médico de la localidad de Alejandra.

Aún así, es uno de los escasos parajes de la provincia donde no se registraron casos de Covid-19 desde el inicio de la crisis sanitaria. Sus habitantes estuvieron en vilo hace dos meses, cuando dos médicos del hospital de La Margarita (a unos 30 kilómetros) contrajeron Covid-19 y se inició un brote que llegó a tener unos 400 aislados por haber tenido contacto con personas que habían dado positivo.

La Margarita es una localidad a donde los habitantes de Colonia Maria viajan con frecuencia, sobre todo para comprar alimentos y otras provisiones. Pero afortunadamente el virus no logró pasar las fronteras de la localidad. El rol de la escuela en eso también fue importante: sus docentes desplegaron una campaña para pedir que las familias refuercen los cuidados.

Volver a empezar

Sergio Locatelli trabaja en la Francisco Laprida hace más de 20 años. Empezó como maestro de grado y ahora ocupa también la dirección. Tiene a su cargo a los doce alumnos y alumnas de nivel primario, que a diario comparten salón y aprendizajes. Dos de los cuatro alumnos de séptimo grado volvieron este lunes temprano a la escuela, con una jornada reducida y bajo estrictos protocolos de salud.

El edificio de la escuela tiene techo de tejas y está rodeado por un pequeño jardín. Locatelli esperó a los alumnos en la puerta, a las 7.45, les tomó la temperatura, les dio jabón blanco y toallas, les pidió que se laven las manos y que antes de entrar al salón limpien su calzado en las alfombras sanitizantes.

Después izaron la bandera. "Fue emocionante volver a cantar el himno, volver a escuchar las voces de los chicos en la galería de la escuela, tan silenciosas desde hace tiempo", contó.

Los chicos se acomodaron en las mesas de trabajo manteniendo la distancia. Y el maestro empezó a hablar: "Les dije que estábamos transitando un nuevo comienzo, que tenemos que cuidarnos, usar el barbijo, que vamos a tener que aprender a mirarnos a los ojos y ver qué dicen nuestros ojos, qué manifiestan".

Y los chicos le contaron cómo fue su vida en los últimos siete meses, cómo se las arreglaron para hacer las tareas y que aunque tenían ayuda de sus familias también estaban cansados y querían volver a clases. "Los chicos extrañan estar juntos: el afecto, las risas, las miradas. Extrañan jugar, ese va a ser todo un tema que tendremos que analizar cuando regresen los más chicos", confió el docente.

La nueva jornada escolar no incluye el funcionamiento del comedor, no hay desayunos ni almuerzos. Las clases terminan ahora a las 11.30. Y antes de que los alumnos se retiren se vuelve a poner en marcha todo el protocolo sanitario: lavado de manos, registro de temperatura, saludos a la distancia.

Ir y venir

Locatelli vive en Romang pero tiene una habitación en la escuela donde permanece cuatro días a la semana. Los viajes no se interrumpieron desde que la crisis sanitaria obligó a suspender las actividades presenciales en las escuelas, allá por la segunda semana de marzo y a muy poco de haber comenzado el ciclo lectivo.

La vida escolar tampoco cesó. Los maestros tuvieron a su cargo el reparto de los bolsones de asistencia alimentaria a las familias de los alumnos y aprovecharon esa movida para acercarles materiales impresos con las tareas que los chicos completaban cada semana.

Para muchos, esas hojas tamaño A4 que iban y venían de casa a la escuela eran la única forma de mantener una continuidad en el proceso de aprendizaje. "Muchos de nuestros alumnos no tienen conexión a internet, o si tienen cuentan con un solo celular para toda la familia. Por esto, el trabajo virtual fue muy difícil", apuntó el maestro.

Y señaló que los contenidos no fueron la mayor preocupación de esta pandemia sino la socialización de los niños y niñas y la posibilidad de brindar alguna contención desde el punto de vista psicológico.

La escuela de colonia La María ya cumplió 70 años. Al comienzo era sólo un salón que funcionaba en una estancia de la localidad. Cuando los alumnos fueron creciendo, los dueños del campo donaron el terreno para construir parte de las instalaciones, donde ahora funcionan la cocina y el comedor. Después se agregaron los salones, donde este lunes comenzaron las clases. (La Capital)

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