Se trata de una yarará de 1,42 centímetros. Fue hallada por el dueño de la tierra donde se trabaja en el cultivo de verduras y flores. "Que la gente tenga cuidado, con estos calores parece que aparecen más", señaló Santiago Schwindt al diario El Día.
Esta especie ha sido reportada excediendo dos metros de longitud, aunque otros registros verifican un máximo de 170 cm. El largo promedio es de 80-120 centímetros, siendo las hembras significativamente más largas y más pesadas.
A cada lado de la cabeza tiene una foseta loreal ubicada entre el ojo y el hocico, que sirve para detectar presas que emiten radiación infrarroja. La foseta loreal es una característica compartida con las demás víboras de foseta.
No es una serpiente agresiva, ataca sólo si se siente amenazada. Existen muchas supersticiones entre los habitantes de zonas rurales con respecto a esta serpiente, pero en la mayoría de los casos los ataques y/o conductas agresivas se dan solo si son molestadas o si se tropieza con ella accidentalmente.
Sus mordeduras pueden ser fatales, pero mayormente causan severos daños al tejido. La toxina de estas serpientes consiste principalmente en una mezcla de coagulantes, hemorrágicos, necrotoxinas y quizás algún tipo de anti-coagulante aunque no da señales clínicas visibles.