En una carta publicada tiempo atrás en la revista Cítrica, Zabaloy manifestó que "somos muchas las docentes rurales que padecemos esta misma realidad, las fumigaciones nos atravesaron la vida y en muchos casos se llevaron por delante nuestra salud. Nadie nos los contó, no lo leímos en ningún diario, nos pasó, lo vivimos, como una cotidianidad inevitable".
En otro párrafo, la docente ahora fallecida afirmaba: "Somos testigos obligados del costo humano del actual sistema productivo. Vimos a nuestros alumnos sufrir los efectos de las fumigaciones en la salud, así como si la Constitución Nacional y los derechos del niño ni la mismísima ley de educación nacional no fueron aplicables a los niños de las zonas rurales ni a sus familias, todos rociados con venenos por aire y tierra. Sin posibilidad de reclamar porque esto significaría pagar el precio de quedar sin casa y sin trabajo en el mismo instante de abrir la boca".
El senador Fernando Pino Solanas, lamentó el deceso de la maestra y recordó en sus redes sociales: "Protegiendo la escuela rural, donde era directora, padeció desde una parestesia facial hasta insuficiencia respiratoria al recibir, igual que sus alumnos, pulverizaciones con agroquímicos".