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Día de Santa Rita: La oración para rezarle a la patrona de los casos imposibles

Santa Rita es una de las santas más populares de la Iglesia Católica. Es conocida como la "Santa de lo Imposible" por sus impresionantes respuestas a las oraciones, como también por los notables sucesos de su propia vida.
La Iglesia Católica recuerda hoy a Santa Rita de Casia. La abogada de Imposibles, religiosa, que, casada con un hombre violento, toleró sus crueldades reconciliándolo con Dios, y al morir su marido y sus hijos ingresó en el monasterio de la Orden de San Agustín en Italia, dando a todos un ejemplo sublime de paciencia y compunción.
Santa Rita, patrona de las causas imposibles es una de las santas más populares de la Iglesia Católica.
Oración
Oh poderosa Santa Rita,
llamada Abogada de los casos desesperados,
socorredora en la última esperanza,
refugio y salvación en el dolor,
que conduce al abismo del delito
y de la desesperación:
con toda la confianza en tu celestial poder,
recurro a ti en el caso difícil e imprevisto
que oprime dolorosamente mi corazón.

Dime, oh Santa Rita, ¿no me vas a ayudar tu?,
¿no me vas a consolar?
¿Vas a alejar tu mirada y tu piedad de mi corazón,
tan sumamente atribulado?

¡Tú también sabes lo que es el martirio del corazón,
tan sumamente atribulado!

Por las atroces penas, por las amargas lágrimas
que santamente derramaste, ven en mi ayuda.

Habla, ruega, intercede por mí, que no me atrevo a hacerlo,
al Corazón de Dios, Padre de misericordia
y fuente de toda consolación, y consígueme la gracia que deseo
(indíquese aquí la gracia deseada).

Presentada es seguro que me escuchará:
y yo me valdré de este favor para mejorar mi vida y mis costumbres,
para cantar en la tierra y en el cielo
las misericordias divinas.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Su historia
La historia dice que por siglos Santa Rita de Casia (1381-1457) ha sido una de las santas más populares en la Iglesia Católica. Ella es conocida como la "Santa de lo Imposible" por sus impresionantes respuestas a las oraciones, como también por los notables sucesos de su propia vida.

Santa Rita quería ser monja pero, por obedecer a sus padres, se casó. Su esposo le causó muchos sufrimientos, pero ella devolvió su crueldad con oración y bondad. Con el tiempo el hombre se convirtió, llegando a ser considerado y temeroso de Dios. Santa Rita tuvo que soportar un gran dolor cuando su esposo fue asesinado.

Descubrió después que sus dos hijos estaban pensando en vengar el asesinato del padre. Ella temía que pusieran sus deseos de acuerdo con la maliciosa costumbre de la venganza. Con un amor heroico por sus almas, ella le suplicó a Dios que se los llevara de esta vida antes de permitirles cometer este gran pecado. No mucho tiempo más tarde ambos murieron después de prepararse para encontrarse con Dios.

Sin su esposo e hijos, Santa Rita se entregó a la oración, penitencia y obras de caridad. Durante un tiempo ella se aplicó para ser admitida al Convento Agustiniano en Casia, pero no fue aceptada. Después de orarles a sus tres especiales santos patronos -San Juan Bautista, San Agustín y San Nicolás de Tolentino- milagrosamente entró al convento y le permitieron quedarse. Esto sucedió alrededor del año 1411.

En el convento, la vida de Santa Rita fue marcada por su gran caridad y severas penitencias. Sus oraciones obtuvieron para otros curas notables, liberación del demonio y otros favores especiales de Dios . Para que ella pudiera compartir en el dolor de su corona de espinas, Nuestro Señor dio a Santa Rita una herida de espina en su frente. Fue muy dolorosa y expelía un olor desagradable, pero ella lo consideraba una gracia divina. Ella oraba "Oh, amado Jesús, aumenta mi paciencia en la medida que aumentan mis sufrimientos". La herida duró por el resto de su vida.

Santa Rita falleció el 22 de mayo de 1457 a la edad de 76 años. La gente se agolpó en el convento para darle sus últimos respetos.

Innumerables milagros tuvieron lugar a través de su intercesión, y la devoción hacia ella se extendió a lo largo y a lo ancho del mundo.

El cuerpo de Santa Rita fue conservado perfecto por varios siglos, y a veces despedía una fragancia dulce. En la ceremonia de beatificación, se elevó y abrió los ojos. Dios ha escuchado las oraciones de Santa Rita por otros en innumerables ocasiones, y ciertamente ella estará feliz de interceder una vez más, a nombre de aquellos que le ruegan ahora, para continuar percibiendo la verdad de su gran nombre.
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